Lo que voy a decirte podría hacer que muchos piensen que soy egoísta.
Aun así, lo voy a confesar: ¡la persona más importante en mi vida soy yo, y mis necesidades vienen primero que las de otros!
Anteriormente me hubiera sentido culpable de admitir esto. Crecí con la mentalidad de que para ser una buena mujer debía sacrificarme por los demás. Si ponía mis deseos en primer lugar, sería considerada como una mala madre, mala esposa, mala hija o mala nieta.
Recuerdo hace años cuando mi abuelita se enfermó tuve que encargarme de cuidarla por tres meses. Un día mi mejor amiga vino a visitarnos y me dijo: "Tienes el cabello enmarañado, las uñas descuidadas y te ves demacrada, ¡la que parece enferma eres tú!".
Deseaba a gritos ir al salón de belleza y al gimnasio, pero me parecía frívolo y egoísta, porque esas horas las podía usar para cosas "más importantes". Además, me creía imprescindible y responsable de todo.
Nosotras por naturaleza somos "cuidadoras". Traemos los niños al mundo y estamos encargadas de atender a toda la familia. En el proceso de cuidar a otros nos olvidamos de nosotras y acabamos exhaustas y frustradas. Con todo el ajetreo y compromisos del diario vivir, se dificulta cada vez más encontrar tiempo para hacer lo que realmente nos da satisfacción.
Al dar sin recibir, usualmente nos encontramos vacías. La gran contradicción es que cuando estamos estresadas y con menos tiempo para mimarnos, es cuando más lo necesitamos.
No importa cuán ocupada te encuentres, esta misma semana separa un tiempo sagrado para ti en el cual vas a hacer algo que realmente disfrutes y que no sea una responsabilidad, bien sea leer un buen libro, hacerte una pedicura, ir de tiendas, tomarte un café con una amiga o despejar tu mente caminando a la orilla del mar.
Si no estas acostumbrada a dedicarte tiempo, al principio te vas a sentir culpable e incómoda... ¡trátalo de todas maneras! Te garantizo que cuando empieces a invertir tiempo en ti, te darás cuenta que tu productividad y creatividad aumentarán notablemente. Además, te sorprenderás porque tendrás más amor y energía disponibles para dar a otros.
La enfermedad de mi abuela me dejó ver que al olvidarme de mí sufría mi bienestar. Mientras ella se recuperaba yo me decaía. Por eso, ideé un plan para que todos en la familia participáramos de su recuperación y todos estuvieron de acuerdo.
El problema no era la falta de gente para atenderla, el problema era mi culpabilidad porque que yo creía ser indispensable en la vida de ella. Me di cuenta que para dar lo mejor a mi familia y en mi carrera es esencial ponerme en primer lugar. ¡Y tú debes hacer lo mismo!
María Marín conduce el programa de radio nacional ‘Tu vida es mi vida’. www.MariaMarin.com.
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