BANDERILLAS
Carlos MONCADA OCHOA
Jueves 19 de Marzo de 2015

Si el presidente del Supremo Tribunal protestó mediante una carta, ¿por qué no van a votar los muertos mediante la ouija?

Carlos MONCADA OCHOA

Cuando al ahora presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Sebastián Sotomayor, le permitieron que no fuera al Congreso a otorgar la protesta a que obliga la Constitución, sino que enviara una carta, y burlara así a los diputados de oposición, Guillermo Padrés y su corte se carcajearon hasta las lágrimas pues sacaron adelante su proyecto de ilegalidad.

Más les costó colocar a cuatro de sus empleados en el Instituto Estatal Electoral como consejeros, y a dos en el Tribunal Estatal Electoral (el presidente y el secretario), pero lo consiguieron; y así se sintieron seguros de que podrán ganar la elección pues a las quejas y recursos que interpongan los partidos de oposición, sus empleados le darán palo.

Pero, para remachar tal seguridad, el gobernador decretó que voten por Javier Gándara Magaña los muertos, es decir, miles de hombres y mujeres que se fueron al Valle de las Calacas pero no fueron borrados del Padrón Electoral. El gobierno recogerá, o ha recogido ya, las credenciales de esas ánimas del purgatorio, o mandó imprimir credenciales falsas, para que las utilicen los panistas y agreguen más  votos al candidato oficial.

Ayer por la mañana, los abogados del PRI denunciaron esta grave anomalía que pusieron ya en conocimiento de las instancias federales para que se corrija el Padrón. Está terriblemente inflado.

Dicen que cuando el gobernador planteó esta maniobra a los que administran su partido, quedaron éstos maravillados por la perversa idea y sólo atinaron a exclamar ¡Pero cómo! “¿Cómo?, les replicó Padrés, muy sencillo, será como si votaran por medio de la ouija”.

Y cuando supo Javier Gándara la gran maniobra preparada para favorecerlo, se le iluminó el rostro hasta en las arrugas y exclamó: “¡Macanudo!”.


CON REGALOS Y COMIDA ATRAE GENTE A SUS MÍTINES

El sistema para atraer gente a sus mítines falló en una colonia de Hermosillo a Gándara Magaña. Prometió que si iban a oírlo les daría desayuno, pero a la hora en que familias de necesitados (y otros por la simple costumbre de colear) estaban listos para mover bigote (pintoresca expresión de don Regino Burrón), resultó que no había comida.

Entonces regañó a la vista y los oídos de todo el mundo a sus empleados, diciéndoles varias veces: “Macanas”. Como la intención visible era insultarlos, hubo quienes corrieron a consultar la palabra en el diccionario, y de entrada encontraron esto: “Arma ofensiva, a manera de machete, hecha con madera dura y filo de pedernal, que usaban los indios americanos”.

En el Diccionario de la Real Academia Española se consignan también estos significados: “Artículo de comercio que por su deterioro o falta de novedad queda sin falsa salida”. Para los argentinos es “chanza, broma”, así como “desatino, embuste o error de palabra o de hecho”.

No hay que olvidar que los léperos y vagos de los barrios, en Sonora, llaman macana al miembro viril.

¿En cuál de estos significados pensaba Gándara Magaña cuando maltrataba a sus empleados? Espero que no en el último.

carlosomoncada@gmail.com

 
 

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