Si su jefe o compañeros de trabajo impiden que se exprese; lo aíslan física y emocionalmente; lo desacreditan frente a sus compañeros; desacreditan su trabajo; o tienen conductas que comprometen su salud, probablemente usted sea víctima de mobbing, también conocido como psicoterror laboral, acoso moral en el trabajo, acoso psicológico, hostigamiento laboral, acoso institucional, persecución encubierta, maltrato psicológico, violencia psíquica e intimidación en el trabajo.
Sus numerosas denominaciones manifiestan la dificultad de definirlo completamente, pero los estudiosos del tema coinciden en que lo esencial es la agresión constante que sufre una persona por un grupo de compañeros encabezados por un líder, ya sea de mayor jerarquía o de la misma, pero manipulador y carismático.
Fenómeno poco estudiado
Probablemente muchos de los que lo padecen no se dan cuenta de ello o creen que se merecen las agresiones. Y, probablemente, algunos de los que siguen al líder tampoco se sientan responsables de la agresión, pues consideran que sus burlas o ironías son parte de un juego inocente.
Sin embargo, el mobbing no es un juego y tiene graves repercusiones, pues “conlleva una comunicación hostil y desprovista de ética que es administrada de forma sistemática por uno o unos pocos individuos, principalmente contra un único individuo, quien a consecuencia de ello es arrojado a una situación de soledad e indefensión prolongada a base de acciones de hostigamiento frecuentes y persistentes”, como describió Heiz Leymann, quien en 1980 identificó y caracterizó el mobbing.
A partir de entonces, este fenómeno ha sido objeto de numerosos estudios en Europa y en los Estados Unidos. En México existían estudios aislados, hasta que Florencia Peña Saint Martin, Patricia Ravelo Blancas y Sergio G. Sánchez Díaz coordinaron la edición del libro Cuando el trabajo nos castiga. Debates sobre el mobbing en México, en la que reúnen trabajos multidisciplinarios sobre el tema.
En el capítulo “El mobbing. Contribuciones del concepto al estudio del trabajo y su organización”, consideran que el acoso laboral se ha intensificado en los últimos años, ya que “las actuales políticas empresariales, así como la aplicación de mayores cargas de trabajo y la exigencia de una mayor productividad coadyuvan en la aparición del fenómeno, al igual que la competitividad y el individualismo que se observan en el contexto cultural neoliberal global. Estas prácticas promueven relaciones tóxicas entre los sectores que conforman a la empresa, creando el contexto que da pie al surgimiento del APT [acoso psicológico en el trabajo]”.
Verdugos y víctimas
Los autores plantean que los acosadores son psicópatas organizacionales, como los caracteriza Iñaki Piñuel, quien señala seis características: capacidad superficial de encanto; estilo de vida parasitario (los esclavos hacen el verdadero trabajo); engrandecimiento de la propia imagen ante los demás, todos le deben todo; mentira sistemática; ausencia de remordimientos o sentimientos de culpa; manipulación para la eliminación de los posibles competidores, para la subyugación y dominación de los débiles.
Los acosados, por su parte, pueden ser quienes representen un peligro circunstancial o estructural para los acosadores, que entran —según los autores mencionados— en alguna de las siguientes categorías:
a) Envidiables. Brillantes, atractivos, especialmente talentosos, propositivos, por lo que cuestionan los liderazgos informales con su sola presencia; b) Vulnerables. Personas necesitadas de afecto y aprobación constante; c) Amenazantes. Activos, eficaces, honestos y trabajadores, que ponen en evidencia lo establecido o pretenden llevar a cabo reformas o implantar una nueva cultura.
Esos trabajadores sufren el acoso de sus compañeros, que son instigados por una persona que Peña Saint Martin y Sánchez Díaz han caracterizado como el mediocre inoperante activo (MIA).
Ese individuo, apuntan los autores, “es el iniciador del acoso hacia el extraño; de las acusaciones, los chismes, los falsos que después se convierten en verdades; es aquel que configura la atmósfera enfermiza en el centro de trabajo, la cual crece y provoca un auténtico contagio que enferma a la comunidad”.
Estos individuos, los MIA, actúan con más facilidad e impunidad en un ambiente propicio a que surja el mobbing, el cual “es característico de organizaciones con una estructura de trabajo pobre, altamente burocratizado, en donde priva la falta de interés y la ausencia de apoyo de los superiores, la existencia de múltiples jerarquías poco claras, cargas excesivas de trabajo debidas a escasez de personal, la existencia de líderes espontáneos no oficiales que detentan y luchan por mantener el poder informal, así como de la ausencia de instancias para dirimir los conflictos y la falta de normatividad”.
Si así es su centro de trabajo, seguramente hay mobbing.
¿Usted es acosador o acosado, víctima o verdugo? Aunque en realidad hasta los acosadores son víctimas del sistema neoliberal que priva en nuestros días.
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