El concepto de democracia se basa en su significado etimológico; del griego: demos-pueblo y krátos- poder o gobierno. Con una definición simplista, de que los gobiernos deben ser del pueblo, para el pueblo y por el pueblo. Democrático, es un sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes.
Quizás el único proceso de elección democrática en nuestro país, fue cuando el pueblo de México, en la Revolución de 1910, le dio el voto al partido anti reeleccionista, con Francisco I. Madero como líder. El único presidente de la República Mexicana, que accedió al poder por una mayoría de la población en esa época.
Con excepción de ese proceso Revolucionario en nuestro país, decir que hay democracia es una mentira.
Cuando en una elección para Presidente de la nación, gobiernos estatales o municipales, los candidatos electos no tienen el 50% más uno, de la aceptación de los votantes que aparecen en el padrón, en un sentido riguroso, no son legítimos.
Pocas veces en los últimos 100 años, los ciudadanos que emiten sus votos han acudido a las urnas por arriba del 60%, por los general salen a votar entre el 40 y 50% del padrón real. Por lo que es lógico que los “electos democráticamente” jamás han alcanzado ni la mitad de los votos de los ciudadanos.
Pero el sistema electoral del país, tiene sus viciosas argucias. Toman en cuenta, sin importar a las personas que están realmente registrados en el IFE (ahora INE), solo a los que van votar (menos del 50%), tomando el porcentaje falso, alcanzado por los candidatos. Un candidato “ganador” con el 48% de los votos, si solo acudieron a las urnas la mitad del padrón, realmente solo tiene el 24% de aceptación de la población.
¿Cuáles pueden ser los motivos de que más del 50% de la ciudadanía inscrita en el padrón electoral no vaya a votar?
Pueden ser varios, estos motivos: la apatía de la gente ante los procesos electorales; simplemente les vale… no hay conciencia ciudadana, no hay civilidad en un gran porcentaje de la población.
Lo otro es el abstencionismo de una población que no cree, con razón, en los procesos electorales. No creen en los políticos, ni en sus partidos, y con todas irregularidades de estos procesos, cunde el desánimo, el hartazgo “el para qué voy, si al final mi voto no se respeta” y una cascada de etcéteras que bien se pueden argumentar.
Existe el ciudadano que si acude a votar pero que en señal de protesta, de inconformidad con los partidos y sus políticos, anulan el voto. Que al final de cuentas, tampoco cuenta (aunque algunos “avezados” en el tema dirán que si cuenta…bueno lo que hacen es manifestar solo su desacuerdo con el sistema y con los partidos).
¿A quién le conviene que los ciudadanos no salgan a votar o que el ciudadano anule su voto?
Pues aquel partido que desde siempre, desde su época fundacional ha tenido el voto duro, el voto seguro, a través del corporativismo, llámese sindical, de centrales u organizaciones afines, y el de sus miembros que se alinean. Este corporativismo al servicio del PRI, representa entre el 25 al 30% del padrón, allí está también el voto coaccionado por sus centrales o sindicatos, más la indignante compra de los sufragios; que en honor a la verdad, esto último es un práctica aunque instituida por los priistas, ya cundió –el mal- a los demás partidos. Todos compran o coaccionan y el que diga que no, como dijo el Dr. House: “Todos mienten”.
Luego entonces, hablar estrictamente de gobiernos democráticos, es falso, no los hay, ninguno ha tenido realmente la aceptación de la mayoría de la población.
Decir que en México hay democracia, cuando estos procesos están viciados, por la coacción del corporativismo, por instituciones oficiales y la compra de votos, es una vil falacia.
No se puede decir, que en México se vive, desde el punto de vista político, una democracia incipiente o no puede haber democracia, si esta es adjetivada como: Incipiente, “proceso democrático” corrupto, una “democracia” comprada o por las famosas concertacesiones cupulares (en donde, con todo respeto, se copula al demos-pueblo), una “democracia en ciernes”.
Un pueblo tiene gobierno democrático cuando cumple con lo que expresa su definición, donde se respeta la voluntad del ciudadano, la dignidad de las personas, base elemental de los derechos humanos.
Esto se puede cambiar, cuando las condiciones de vida de muchos mexicanos mejoren, cuando tengamos una educación de calidad, cuando ninguna persona se venda por un plato de lentejas o por un puesto público, vendiendo su dignidad, cuando los burócratas y funcionarios, hagan su trabajo con lealtad a las instituciones y no a quien le dio el “hueso” (a este solo hay que estarle agradecido, haciendo bien la chamba). Por eso los políticos deben ser los primeros de tenerle agradecimiento al pueblo y también lealtad a esa ciudadanía que lo elige y no al revés.
Pero como los eligen una minoría, pues los políticos no tienen ni lealtad ni agradecimiento al pueblo.
Habrá honrosas excepciones. A estos políticos “excepcionales”, el pueblo hace mucho que los está esperando.
UN PUEBLO CON MEJORES CONDICIONES DE VIDA Y MAS EDUCADO, ES MENOS CORRUPTO”
#PARACAMBIARYOMEINCLUYO.
Con respeto.
Dr. Raúl Héctor Campa García.
raulhcampag@hotmail.com