Nos gobierna la ilegalidad
Raúl Héctor Campa García
Miércoles 02 de Septiembre de 2015

El sistema electoral mexicano, que tal parece está estructurado a conveniencia de los partidos, da margen a que los que nos gobiernan en los tres niveles (República, Estado y Municipio) sean unos gobernantes espurios.

Espurios, desde el momento en que no han sido votados para llegar al poder, por la mayoría de la población que está incluida o enlistada en el padrón electoral. Desde este punto de vista no podemos hablar que somos un país democrático, si a eso le agregamos que un gran porcentaje es voto corporativo y otro coaccionado de diferentes maneras (compra de conciencias, manipuleo demagogo de las masas, voto represivo, voto a conveniencia etc.), solo un mínimo porcentaje de los que van a sufragar el voto, va con la libertad que da el razonamiento de una población educada o por convicción partidista.

Si solamente acuden a votar el 60 % o menos del padrón electoral, y aun así, ninguno de los candidatos a puestos de elección popular alcanza de ese 60%, ni siquiera el porcentaje del 50 más 1 de los votos, es un gobernante que no tiene la aceptación de la mayoría y ejerce el poder prácticamente en forma “ilegítima”. Aún que el sistema electoral lo considere “jurídicamente legal” no cuenta, como debería de ser, con el reconocimiento de esa modesta mayoría del electores, que con frecuencia, en ocasiones no llegan al 50% de la totalidad que están inscritos en el padrón.

Desde hace tiempo se ha comentado que quizás, para realmente legitimar a un candidato ganador, la ley electoral debería modificarse y contemplar las segundas y aún terceras vueltas de votación hasta que uno de los candidatos logre la mayoría de los votos (el porcentaje del 50 más 1). Tal como sucede en otros países, por ejemplo Brasil.

Por supuesto que a los legisladores, que pertenecen sobre todo a las bancadas de los tres principales partidos, no han hecho ni siquiera el intento real, de modificar en este sentido las leyes electorales. No les conviene, sobre todo al PRI.

Este partido (PRI), que como se sabe tiene el voto duro del corporativismo, y por lo tal le apuesta a dos acciones que promueve en la ciudadanía: el abstencionismo y a la anulación del voto. Ya que además del 25 o 30% del voto de consorcio o corporativo, cuenta con los votos comprados y/o coaccionados de diferentes formas por el mismo corporativismo “oficial”; llámese a este Sindical o institucional.

Un ejemplo de esto entre muchos, es la elección hace tiempo de un Presidente Municipal de Tijuana, donde solo voto el 30% del padrón electoral y con eso obtuvo “la victoria”. O sea ganó con el voto corporativo (a la mejor obtuvo solo el 20 % del total de votantes). Candidato del PRI: JORGE HANS RHON (dio Jonrón con solo el corporativismo. La batió el bato). Miembro del grupo “atraco-mucho”, perdón Atlacomulco. Hijo del célebre político mexiquense, Carlos Hans González, aquel de la frase. “Un político pobre, es un pobre político”. 

Pero lo que no dijo, es que si ese pobre político le toca la suerte o circunstancia en el momento político; se vuelve un rico político….

¿Saben ustedes de alguno de esta especie, que se ha hecho de mulas Pedro? Algunos políticos ricos, aumentan más su muladar.

Por lo anterior tal parece que los gobiernos en nuestro país son de Facto (aunque no entren en la definición del término). Quizás o tal vez  por eso algunos funcionarios de elección popular, que saben que nunca han contado con la aceptación de la mayoría, caen en la corrupción, porque no son legitimados por la mayoría de la población.

LO MALO ES QUE CREEN QUE EL PUEBLO LOS QUIERE y se les hincha el pecho, por EL FALSO ORGULLO DE SER GOBERNANTES ELECTOS POR ¿MAYORIA?

Como decíamos los chavos de antaño. SI CHUY.

#PARACAMBIARYOMEINCLUYO. #LA REBELIONDELASBASES.

Les saludo con respeto

Dr. Raúl Héctor Campa García.

raulhcampag@hotmail.com

 
 

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