Dentro de las actividades de difusión agrícola, el Ciano ha tenido a lo largo de su ya larga vida institucional tres elementos fundamentales: los folletos, los días de campo o demostraciones, y las pláticas de recomendaciones.
Las pláticas son eventos que conllevan la estrategia de afectar positivamente a los productores y técnicos en su toma de decisiones, claro está con la debida oportunidad.
Por mucho tiempo, la involucrada directamente en estos eventos fue la Unidad de Difusión Técnica, encargada de organizar toda la parafernalia en torno a la divulgación final de la información técnica para los clientes potenciales, entiéndase por agricultores y técnicos, y los infaltables estudiantes de agronomía, de nivel superior o modestamente de bachillerato.
En este sentido, recuerdo como llegado el mes de octubre, las pláticas de recomendaciones para la siembra del trigo era un evento primordial en la calendarización de actividades de difusión del Ciano.
Así, la labor del divulgador era preparar junto a los técnicos expertos de trigo, una plática o ‘conferencia’ que permitiera tener una visión más amplia de lo que podría ocurrir con el cultivo a futuro.
El programa de la plática involucraba cuando menos a un especialista en mejoramiento, otro en riegos, maleza, y fertilización, generalmente los aspectos que tenían que ver con las tareas previas a la siembra.
Allá por los años 80s, las pláticas de trigo, con ayuda de un buen spot radiofónico en la voz de Luis Felipe García de León con el fondo musical de “Huapango” de Moncayo, por cierto obra desconocida para Luis Felipe, a quien le agradó tanto la obra de Moncayo que se compró un disco para el solo. Debo sincerarme que los spots radiofónicos lograban junto con otros factores, atraer a casi 300 personas al auditorio de la UCAY, número que en términos de un criterio institucional era un número bastante aceptable.
Para lograr esto, tratábamos de que nuestra acción de difusión tuviera la menor competencia de elementos distractores. Para esto, personalmente el Dr. Carlos Torres y el que esto escribe, no reuníamos previamente a la fecha del evento para seleccionar el lugar, la hora y el día que nosotros creíamos serían los más idóneos para lograr un impacto sobre nuestros usuarios de la información.
Y así fue, como una de esas ocasiones, la asistencia promedio de 300-350 personas, se vio afectada por un sin fin de factores ajenos a nuestra mejor voluntad.
Como responsable del evento, en la parte de organización y difusión, acordé con el Dr. Carlos Torres que la plática sería tal día y a tal hora. Siempre en octubre, de acuerdo con las expectativas de los técnicos del programa de trigo.
Y bien, sucedió que en una de esas veces en que se programó el evento, yo tuve que salir a la Cd. de México. Así, que ni tardo ni perezoso, dejé todo listo para el evento. El Dr. Torres estaba notificado de la fecha, de cuando empezarían a salir los spot radiofónicos y de televisión, de quien entregaría los boletines de prensa, las invitaciones previamente repartidas entre nuestro selecto número de usuarios, lo mismo que notificado el personal de apoyo para instalación del equipo de sonido, y montar una mesa con publicaciones. Todo el circo de tres pistas montado para el espectáculo más grande del mundo (agrícola).
Cuando regresé de mi viaje de la Cd. De México, me encontré con lo siguiente: la asistencia al evento menos de 100 personas, ¡todo un fracaso en términos de difusión para los estándares oficiales!
Ustedes se han de preguntar, pues ¿qué pasó mi lic?que qué pasó, pues simplemente que mi calendarizaciòn había calculado muy bien como evitar los juegos de campeonato de las grandes ligas, la plática estaba prevista precisamente para el día en que los equipos “viajaran”, es decir el día de descanso, pero lo que no se tenía previsto era que una lluvia aplazaría uno de los juegos y provocara que el calendario se recorriera y por consiguiente a efectuarse exactamente en el día que se había programado nuestra plática de trigo.
¡El fervor beisbolero había acabado con el éxito de la divulgación!
Por mucho tiempo me pregunté, si para los productores y técnicos era más importante conocer las bondades de una nueva variedad de trigo o las expectativas de cómo vendría el ciclo en materia de royas, o si Ken Tekulve podría detener la batería contraria, o si la Cobra Parker volvería a botarla, o si el Toro Valenzuela sería capaz de llegar al Cy Young.
El tiempo me dio la respuesta. Mucho tiempo después, no sé si por esta amarga experiencia, pero el Ciano decidió hacer sus eventos en las mañanas. Después, ya la JLSV se encargaría de vaquerear técnicos y productores para que los investigadores del Ciano realizaran sin contratiempos sus pláticas.
Los tiempos de las grandes asistencias a los eventos oficiales de divulgación son cosa del pasado. La contratación de publicidad para atraer a un cliente potencial no se da, cuando menos no mediante facturas, aunque si con vales de gasolina discretamente dirigidos hacia los reporteros estrellas de la sección agropecuaria.
Conocedor de las estadísticas de asistencia a los eventos de difusión, puedo comparar los más de 300 asistentes del pasado, con algunos datos miserables de 20 o 30 asistentes por plática en el presente, eso sin contar que dentro de esas asistencias por alguna razón que desconozco, alguien inconscientemente infla los datos, incorporando en ocasiones estudiantes de bachillerato como “personal técnico” , o bien en otras circunstancias, incorporando personal investigador de la propia institución, lo que resulta risible, ya que algunas veces el total de 25 o 30 asistentes, resulta que 10 son investigadores, es decir no son el público idóneo por el cual se desarrolló toda la estrategia de difusión del evento. Alguien se preguntará, pero cómo ¿cambiar de público selecto por cualquier otro para llenar listas de asistencia?,o como diría mi compadre, “es que hay que justificar la barbacoa” .
El tema da para más, prometo regresar a estas cibernéticas páginas.
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