He visitado en mis recorridos infantiles cientos de escuelas, la mayoría primarias, porque trabajo más entre niños de 6 a 10 años.
No recuerdo francamente el nombre de muchas de estas. En alguna de ellas sucedió lo siguiente: Por motivos de hacer una presentación, recorría los salones para hacer la invitación a mi plática donde hablaría de temas contra las drogas.. !Comenzamos en minutos!... Después de la primera función, los niños se despidieron, algunos me besaron, me desearon suerte, pidieron que regresara pronto; sin embargo, un pequeñuelo, chaparrito, moreno, pantalón azul de tirantitos , me recordaba a Marcelino Pan y Vino, se quedó junto a mí en los momentos de los adioses y me siguió , durante las casi seis pláticas que di. En la tercera, coincidió con el recreo, compartí unas papitas con mi nuevo amigo, a quién nunca pregunté su nombre, balbuceaba palabras, que su mamá se puso a llorar, que se quedó solo, no le tomé mucha atención debido a que estaba planeando que haría después de esa escuela, el tiempo de traslado, las revistas... Extrañamente, muy pocos niños se acercaron a mi durante el recreo, solo me saludaban de lejos, como si algo les impidiera acercarse.
Seguí con mi trabajo y el pequeño ahí, junto a mi; cuando no me tomaba de la mano, se abrazaba de mi pierna, algunas veces me decía que me quería mucho, que le gustaba mucho lo que cantaba y que era tierno lo que hacía por los niños. Cuando terminé mi tarea en la escuela me despedí del director y me disponía a salir cuando vi que el niño aun estaba ahí, esperando mi salida para despedirse, tomando mi mano, aferrándose a ella con una ternura inolvidable. Bueno, amiguito, me tengo que ir.
¿Me dejas darte un beso? dijo quedamente…
¡claro que si,! contesté inclinándome.
Se abrazó de mi cuello, me besó y dijo,” nunca te olvidaré”. Se fue corriendo perdiéndose rápidamente a mi mirada.
Ya en el carro retirándome, me pareció ver sus manitas diciendo adiós en el segundo piso de la escuela, se me hizo increíble que llegara tan rápido a ese lugar, pero en fin....
Ya no regresé jamás y nunca lo volví a ver. Un año después me encontré al director de la escuela y le pregunté curioso por un niño moreno, pantalón azul de tirantitos, chiquito, muy cariñoso, que andaba suelto por los salones y que fue muy conmigo cariñoso. Me comentó sorprendido que no recordaba a algún alumno con esas características durante ya casi quince años de maestro y luego director en la escuela, sin embargo me preguntó:
¿Usted también vio a Monchi?