Un negocio muy popular en los años cuarenta y hasta mediados de los cincuenta fue la llantera del alemán Max Fuhrmann.
Inmigrante atraído por la presencia de otros compatriotas que vivían en Cajeme, Fuhrmann fue un hombre respetado por la comunidad, muy trabajador y formal.
Su negocio estaba en en Sinaloa y No Reelección. La llantera estaba por la Sinaloa, a una cuantos metros de la esquina y donde hoy está la entrada al estacionamiento para empleados del Bancomer.
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