Noche de Gala, variopinta y de medallas
Javier Martínez Rosas
Domingo 24 de Enero de 2016

Ya inició el FAOT y anoche, en el espléndido Palacio de Álamos, que en magia gana cuando el telón viste su escenario, se otorgó el Reconocimiento al Maestro Sonorense al pianista Pedro Vega, la Medalla In Memoriam a la pianista y compositora Emiliana Zubeldía y la Medalla Alfonso Ortiz Tirado al barítono Guillermo Ruíz protagonista artístico de la noche.

El evento contó con la presencia de la gobernadora de Sonora y de los presidentes de Álamos y Hermosillo, fue un lleno y abundó la prensa.

El acto protocolario y la lectura del currículos duró más media hora. Salvo a los políticos y sus seguidores, al resto del público no le agradan mucho estos actos que suelen prolongarse en exceso, pero en fin, son parte de la parafernalia de los festivales.

Y mientras en el escenario el protocolo se escenificaba, crecía entre el público la ansiedad por escuchar música, tanto así que cuando la orquesta comenzó a afinar, el puro resonar de “La” fue todo un placer.

Había expectativa por el programa del concierto que iniciaba con la obertura maestra de Las Bodas de Fígaro, de Mozar; daban ganas de escucharla en este lugar.

La primera parte constó casi en su totalidad de música de Mozart. Luego de la obertura con la Filarmónica de Sonora dirigida esta vez por Joshua Bavaro, Guillermo Ruíz interpretó tres arias de las dos óperas más famosas del genio de Salzburgo: “Non Più Andrai” de las Bodas de Fígaro y “Madamina, il catalogo é questo”, “Deh, vieni alla finestra” de Don Giovanni. Pero fue “Votre toast” de la ópera Carmen, de Bizet, la más celebrada de la primera parte. 

Lo mejor, por la calidad de interpretación, fueron las dos piezas que continuaron luego del intermedio, obras poco conocidas pero realmente bellas que sugiero busque y escuche: el Intermezzo de Cavalleria Rusticana, de Pietro Mascagni y “Ol’ man River” una canción del musical Show Boat, de Jerome Kern.

Después vino el número “Despierta negro” de La tabernera del puerto, de Pablo Sorozábal que sirvió de transición para seguir con el repertorio popular de canciones de Agustín Lara y María Grever entre otros. Empezaron los gritos y aplausos entre la música.

No son recomendables los programas tan variopintos en estilos, menos en calidad de obras. De Mozart a Lara, nada que ver.

 

 
 

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