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Julio, el anciano galán
Jorge Salmerón Lunes 12 de Novimiebre de 2007

A Julio Iglesias el tiempo le ha hecho lo que nos hace todos: Viejos. Y pese a ser ya un viejo más, Julio insiste en su afán de presentarse como un latin lover si acaso maduro, pero no decrépito. Jamás, eso no va con un galán inventado por la mercadotecnia musical.

A Julio le pasa lo mismo que le sucede a Camilo Sesto y a muchos hombres: No han sabido envejecer con dignidad. Se aferran a un pasado ya lejano para no aceptar las leyes de la vida.

Claro, no es tan fácil, a todos nos sucede alguna vez que no queremos envejecer, pero mientras la mayoría lo acepta o se acomoda a la nueva situación, a hombres como Julio el envejecimiento les parece un castigo divino, algo que ellos quién sabe por qué no se merecen.

Por eso sus promotores de imagen ya dicen que es como los vinos, entre más añejo más sabroso (para el resto de los mortales es diferente: entre más añejos, más pen… tontos). Actualmente el cantante, su familia y su equipo} recorren el mundo en un par de lujosos y modernos aviones de su propiedad, ofreciendo más de 140 conciertos al año. Sus destinos alcanzan lugares tan distantes como Islandia, Macao, Japón, Argentina, Bulgaria, Australia, Canadá, los Emiratos Árabes, Sudáfrica, Rumania y Grecia.

Como parte de su incesante actividad artística, Iglesias tenía previsto hacer una breve escala en el condado de Ventura, del 1 al 4 de noviembre, y en Los Ángeles el pasado día 7. Sin embargo, a causa de los recientes incendios que arrasaron diversas regiones del estado, decidió posponer los conciertos; el que iba a dar en el Anfiteatro Gibson ha pasado al martes 8 de abril de 2008.

Y qué bien que conserve esa vitalidad que se necesita para ofrecer tantos conciertos y “correr por la vida sin freno”, pero, por favor, ojalá que sus asesores ya le quiten esa imagen de galán maduro, de amante de jovencitas que empiezan a brillar en el espectáculo y toda esa propaganda vulgar que en nada le ayuda a un cantante que sólo en su primera etapa como tal fue grande.

Después se convirtió en un artículo desechable de los que abundan en el mercado musical.