En serio, yo no soy metichi ni mitotero, lo que les voy a contar es totalmente cierto… Y no pretendo darle una idea a la directiva de los Yaquis.
¿Se imaginan si un jugador de beisbol fuera mandado al paredón por cometer un error? ¿Que se pudiera mandar a fusilar a un bateador por no conectare la bola? Pues resulta Tú, que a principios de siglo pasado existía un equipo de beisbol de la muerte, donde todos sin excepción, desde los titulares hasta la banca, estaban condenados a muerte… ¡zancas de gallo copetón!
El que era malo y cometía un error simplemente lo mandaban a ver crecer los rábanos desde abajo… jugaban al béisbol para sobrevivir, para salvar su vida, la macabra idea fue del Director del penal de Wyoming, Félix Alston, a quién se le ocurrió la idea de formar un equipo de béisbol con puros condenados a muerte, en el año de 1910. ¡Agarren piedras!
El equipo cobró fama y donde se presentaban se llenaban los estadios (el morbo como siempre), y mientras jugaban prolongaban su vida, y trataban de jugar siempre su mejor partido, el que era despedido del equipo, estaba condenado a que le dieran chicharrón de inmediato ¡No preguntes quién se murió tu sigue la carroza!
La estrella del equipo de la muerte era el short stop, llamado Joseph Seng, un jugador que envidiarían los mismos Yankees, y que pegaba jonrones por todos lados, ya que era ambidiestro y gracias a su forma de jugar fue horcado dos años después ¡échate ese trompo a la uña!
Como nunca falta, también dentro del equipo de la muerte fue contratado un mexicano, llamado Roberto Guzmán, quién por jugar mal en dos partidos, fue dado de baja y chacaleado a los dos días y condenado a la horca (a mí me hubieran ahorcado inmediatamente por malo, aunque yo conozco tantos jugadores locales que juegan tan mañ, que hubiera ocurrido fácilmente un genoicidio)...
De la famosa foto que le tomaron al equipo de la muerte de Wyoming, nadie escapó a su cruel destino, ni el bat boy se salvó... ¡Aguas, Araña!
La vida es muy dura para tomarla tan en serio... Si Diosito quiere nos vemos la próxima calumnia.
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