Del cielo cayeron peces sobre los investigadores del ITSON que trataban de internarse en un área tupida de grandes árboles y arbustos, cerca de la presa “Álvaro Obregón”.
Después de la sorpresiva y singular lluvia, buscaron la explicación de este fenómeno y no tardaron en darse cuenta que los peces eran arrojados desde lo alto de los árboles por aves que así respondían a lo que consideraban una intromisión en su territorio.
Desde la construcción de la presa ha avanzado la deforestación en el cauce del río Yaqui y son pocas las áreas boscosas que sobreviven, como ésta donde los investigadores fueron agredidos por las aves.
El sistema de presas retiene el agua e impide que los escurrimientos lleguen al río, esto provoca que la vegetación empiece a perder humedad e inicie la deforestación, afirma Rodrigo González, investigador del ITSON.
Una parte de la vegetación ha logrado sobrevivir gracias a que en ciertos sitios la humedad le llega por el subsuelo, tal es el caso de los grandes árboles que tienen raíces profundas para captar los mantos subterráneos.
Impacto de los pozos
Sin embargo hay áreas críticas entre Hornos y Estación Corral, aproximadamente unos 25 o 30 kilómetros del río Yaqui, donde una fotografía aérea muestra en forma clara como avanza la desertificación.
Rodríguez agrega que el problema se agrava por la batería de pozos perforados para enviar agua a Empalme, Guaymas y San Carlos.
Los pozos obtienen el agua del subsuelo, con lo que se genera un cono de abatimiento que provoca que baje el nivel del agua subterránea y eso es lo que pone en riesgo a los árboles grandes, como los álamos, que ya no alcanzan a recibir agua del subsuelo y se secan.
“La deforestación inició en los noventa, cuando en la zona de Guaymas empezó escasear el agua y se decidió mandar agua desde el río Yaqui; el conflicto se acentuó al quedar muy juntos lo pozos”, aclaró.
La batería se ubica en el territorio comprendido entre Hornos y Estación Corral; ahí se planearon 20 pozos previendo el crecimiento futuro de Guaymas y Empalme.
Pero a partir de los noventas se equiparon sólo 10 pozos, suponiendo que las extracciones en ese lugar serían suficientes para mantener el abasto hasta principios del 2000 y dejar los otros diez a futuro, como punto estratégico para el crecimiento.
Exceso de metales
Rodrigo González declaró que junto a la gran deforestación se presenta el problema de un alto contenido de metales en el agua.
“En esa zona hay ciertos contenidos de fierro y manganeso, y es un problema no tanto de salud pública sino de mantenimiento de las líneas de tubería y de servicios a equipos domésticos que son afectados por dichos metales”, manifestó.
Y como no es un problema grave de salud, se ha manejado y ha persistido la operación del sistema con esas condiciones sin una planta preeliminadora de fierro y manganeso.
“La otra cuestión es que conforme se fueron manteniendo las extracciones, pese a la presencia de fierro y manganeso, se fueron reduciendo los niveles del acuífero, provocando que los árboles se murieran”, expresó.
El suelo pierde vegetación y queda expuesto a la erosión del viento; la precipitación que esporádicamente se presenta se lleva los suelos porque ya no tienen cobertura vegetal que los sostenga; así los problemas se van acumulando.
De seguir la situación así, los pronósticos son que cada año que pase se irán perdiendo más recursos, esto se detecta porque la poca población que habita en esa zona vive en una pobreza total al no poder explotar los recursos naturales que antes tenían, comentó.
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