Cristo caminó sobre baches, pisó el pavimento terregoso de las colonias, pasó frente a tiendas, casas, expendios de cerveza y atravesó cruceros peligrosos sin importarle los latigazos de los centuriones.
Seguido por vecinos curiosos continuó su Viacrucis citadino hasta llegar al templo de la colonia donde lo esperaba un sacerdote somnoliento que se desveló preparando los ritos de este Viernes Santo.
La representación del martiril de Cristo tuvo diversas escenografías e intérpretes en los pueblos del sur de Sonora y en Cd. Obregón, pero todos en comunión con la misma fe que los conngrega este Viernes Santo ante un rito que no por improvisado deja de ser emotivo para los creyentes.
Se cumple un ciclo más y dentro de tres días el Cristo y sus verdugos, Simón Cireneo y la Magdalena volverán al martirologio cotidiano: Esperas de más de media hora en la parada del camión, estirar el sueldo, atender a los cobradores de Coppel y pagar impuestos que aseguren la manutención de diputados, regidores, funcionarios del INE, de la CEDH, partidos políticos y acompañantes.