Anecdotario
Opus 16
“Nostalgia bajo cero”
Andrés González Prieto
Hace algunos antieres, por razones del destino estuve asilado en la Republica del Canadá, específicamente en British Columbia, en el extremo oeste de ese país mientras mi corazón se reponía de mi primer fracaso sentimental.
Había aceptado la invitación de mis amigos canadienses victimas de mi hospitalidad en un accidente carretero, y me encontraba después de un largo viaje en el este de British Columbia en un pequeño poblado llamado Cranbrook, colindante con la provincia de Alberta, siguiéndola provincia de Saskatchewan.
La vida en Cranbrook era monótona, el acento inglés luchaba contra la contaminación del inglés norteamericano y sus “slangs” sonidos que traían descontrolados a mi incipiente carrera políglota. Todo era visitar la secundaria, platicar sobre mi país, enseñar palabras en español, recomendar lugares turísticos de México, ir a esquiar, visitar Calgary, ver nieve durante un buen tiempo. Para no aburrir, les diré que el pequeño poblado perdió puntos de interés en menos de unos meses. Todo era ver televisión con series norteamericanas: Elliot Ness y los Intocables, El fugitivo, Bonanza y otras, de vez en cuando alguna película mexicana con historias de bandidos, toros y fiesta Time, donde Speedy González y Juanita Banana eran la pareja en esa telenovela folclórica que todavía no inventaba la futura televisa.
El aburrimiento caía en la monotonía, empezaba ya a germinar mi deseo de regresar… “Que lejos estoy del pueblo del que he nacido, inmensa nostalgia invade mi pensamiento” caray creo que me eché algunas copas so-pretexto nostálgico y del inchi prio que hacía, o como dijo el poeta “el gélido estado meteorológico que no envuelve agresivamente”.
Jamás comprendí la intensidad de ese sentimiento hasta que….
La tarde de un viernes tocaron a la puerta de la casa, ni intenté ir a abrir, ya que por lo general eran cosas o amigos relacionadas con mis anfitriones los Young, seguí viendo la televisión…. ¡Andrés, te buscan! ¿Me buscan?... A lo mejor alguien que desea preguntarme algo de México… Bajé y me encontré con un tipo de mediana estatura, barbón (como montañés,) moreno… Se me quedó mirando detenidamente, recorrió mi cuerpo y sin lugar a dudas dijo: Si, se ve que eres mexicano, qué andas haciendo por aquí?....( hasta ahí todo iba bien) hijo de tu pinche madre, pendejo, cabrón, chivo, mequetrefe, puto, maricon, baboso, padrote, culero, mayate, hijo de puta, malnacido, engendro, pipizqui, zoquete, nagüilón, ( creo que tendré que añadir que “los niños, los borrachos y los montañeses” dicen la verdad) ¿Cómo está el pueblo? ¿Todavía corren los camiones amarillos de la hidalgo, los azules de la consti? Doña Nicha vende raspados aún? Todavía está el tanque en la 18? ¿Y el canal de las cortinas? ¿Todavía venden cena en el mercado? ¿Y la Cumuripa? ¿La Chepa y los Caganchos todavía circulan? ¿Don Panchito vende periódicos en el mercado? ¿Qué me dices del Olímpico, el Hidalgo, el Consti y el Revolución? ¿Los Gigantes, Cheyennes, Blue Birds, Caifanes y Walkers todavía tocan? ¿Todavía bajan los aviones en el plano Oriente? ¿Ya le pusieron techo al California, Cinelandia y Pitic? ¡Las ferias! Cuéntame de las ferias de Quetchehueca, de Cócorit, de Pueblo yaqui! ¿Todavía hay novios en la concha acústica?, ¿Va la gente con don Ángel después de misa? ¿Los choco miles del mago en el mercado todavía rifan? ¿La biblioteca color verde de la 18 de Marzo está todavía? ¿Las tortas del español de La Pasadita siguen sabrosas, sobre todo las de gallina? ¿Venden pinole enfrente del mercado? ¿Están vivos “ El Yuca”, “ La Jaiba”, “El Huarachudo”, “El Águila Negra”, “Toño y Luis”, “ Los Cheles”, Don Manuel Islas? ¿La Nena y el Thompson regentean la zona, junto con el Poncho en el Mocambo? Y así nos pasamos 12 horas (en dos días) platicando de México, del terruño, de la Sonora Querida, del callejón Guatemala y las “3 conchitas” del Cine Cajeme, del deportivo y la laguna… en cada una de sus remembranzas se aguaban sus ojos, dolían recuerdos.
¿Y por qué no regresas?
No cuate, me eché al plato “a una y al otro” y pinté mi raya, me fui hasta arriba de Saskatchewan, en los territorios del norte a un punto que se llama Yellow knefe casi 1500 millas de aquí, distancia que recorrí solo para platicar contigo ya que supe hasta allá, que un mexicano de Ciudad Obregón estaba en Cranbrook.
Tenía hambre de hablar español, perdona las malas palabras, no te ofendas, necesitaba saber que mi pasado no era un sueño, que tenía patria, origen, que existía un lugar donde había nacido, un barrio, mi gente, mis amores, mis amigos, mi ombligo, las maldiciones y las bendiciones de mi madre, la escuela Calleja y mis pintas, el Diario que vendía en la Cumuripa, mi cajón de bola, mi caja de chicles Adams, El Oso Blanco, La Frontera, el Bar San Juan de mis primeras cheves… El hotel de “Don Panchito” donde hice mi debut sexual por 50 pesos, el Boulevard, el Martínez, el Cid de las siguientes aventuras… Aquí soy solo un número.
Me preguntó si "El Azteca", "El Guacho" Chávez y "El Chango" Alatorre la hacían de macizos, si todavía corrían los arroyos por la seis de abril y la Galeana, si aún existía la cortina de pinos detrás del campestre… Me habló de la Cuchus y Zaperoa, se acordaba del “Parque Olvera” de cuando se repartía agua en carretas, de los litros de leche en botellas de vidrio, de los catres en las banquetas… Del pavimento hasta la Puebla, de la Casa Java y su primera guitarra, de “Papa PIT” y sus hotdogs, de sus calles perfectas, del estadio Álvaro Obregón y su cancha de basket, de la plaza Morelos, del Maestro Gaona, de Elmor Estrada. Reconstruimos colonia por colonia, calle por calle, casa por casa, personaje por personaje en una divertida maqueta mental.
Después, se despidió como si fuera un condenado al olvido, como si en nuestro abrazo de despedida recomendara un último deseo “Cuídamela mucho” enjuagado en llanto.
No sé si allá en el olvido de las distancias, alguien le cuente a sus nietos que existe un lugar en los recuerdos llamado Cajeme.
Un Cajeme que lamentablemente para muchos, ya no existe.
Sí. Bohemios, alcemos la copa, ¡la nostalgia es cabrona!.