En lo que podría considerarse como una violación al principio de estado laico proclamado por la Constitución de México, diputados locales pidieron a un sacerdote les bendijera la recién inaugurada "oficina de atención ciudadana", que comparten con la diputada federal Sylvana Beltrones.
El acto se llevó a cabo con la formalidad del caso. El sacerdote Miguel Agustín Durazo hizo el ritual y los diputados locales de Cajeme, la diputada federal, funcionarios e invitados, asumieron la seriedad del caso.
Las bendiciones religiosas a casas y edificios nuevos, o donde inicia una actividad, es algo normal y positivo en nuestra sociedad.
Pero en un recinto que es extensión del Poder Legislativo y se paga con dinero de los contribuyentes, debe prevalecer el principio de Estado laico, base de nuestra historia nacional.
Quizás por ignorancia, o porque está de moda, o tal vez porque les importa un comino el respeto a nuestra Constitución, los diputados alegarán que fue un acto privado y que eso no afecta.
En un alarde retórico sus defensores de oficio podrían tachar este señalamiento como un "argumento anacrónico" y restar importancia al hecho.
Pero la falta de respeto a nuestra Constitución y a nuestra historia nacional es evidente e irrebatible.