Las aguas del Río Yaqui benefician a pobladores de las ciudades, empresarios industriales y a poderosos agricultores. Menos a los propietarios históricos del Río: los yaquis.
En las comunidades indígenas de Pótam y Vícam esta paradoja no sólo es una injusticia sino un grave problema de salud pública debido a los altos niveles de contaminación del agua para consumo humano.
Investigadores del Instituto Tecnológico de Sonora dirigidos por la doctora Mercedes Meza han encontrado la presencia de arsénico en niveles hasta cuatro veces mayores a los tolerados por el organismo humano.
La Organización Mundial de la Salud establece como límite máximo tolerado un promedio de 10 partes por billón (ppb) y la norma mexicana establece 25 ppb, explica Francisco Maldonado Escalante, candidato a doctorado y miembro del equipo de Meza.
El agua que consumen los yaquis de Pótam y de un sector de Vícam contiene de 80 a 100 ppb, es decir, casi cuatro veces más de lo tolerado, según la norma mexicana, y casi diez veces de la norma de la OMS, añade Maldonado.
Es el agua que consumen a diario niños y adultos yaquis en forma directa, para calmar la sed, a través de alimentos como caldos, frijoles, cocido, y tienen contacto directo con ella cuando se lavan las manos, la cara o se bañan.
Por su bajo nivel de ingresos muy pocos tienen acceso al agua embotellada, casi todos deben consumir la que proveen los pozos altamente contaminados.
La ingesta de arsénico, explica Maldonado, afecta el sistema nervioso central, ocasiona enfermedades respiratorias, cáncer, obesidad y diabertes, además es un genotóxico, produce daño al ADN del organismo humano.
Los efectos directos en la salud de estas comunidades aún se están evaluando, pero la literatura referente a las consecuencias del arsénico en otras poblaciones demuestra que los daños son evidentes e inevitables.
Los estudios del ITSON se han centrado en la población de Pótam, donde el agua de consumo humano proviene de pozos, y en un sector de Vícam. La población "testigo" es Cócorit, donde sí se cuenta con agua potable, por lo que las muestras no presentan niveles altos de arsénico.
Gobiernos vienen y van, todos prometen introducir redes de agua potable, saludable, en las comunidades yaquis. Y en años recientes, la etnia ha sido pretexto de políticos y poderosos agricultores para entablar una lucha política en defensa del agua y de sus intereses particulares.
Pero nadie, ni los "defensores" del agua de los yaquis ni los gobernantes, ha hecho algo importante para contribuir en la solución de este problema que amenaza la salud de los yaquis actuales y de las futuras generaciones.