Elba Esther Gordillo: Un peligro para México
Jorge Zepeda Paterson
Jueves 29 de Novimiebre de 2007
Hace una semana la Maestra fue captada en una ceremonia oficial luciendo una bolsa Prada de colección con valor de 30 mil pesos, algo así como cinco meses de sueldo de un profesor de recién ingreso. Una exhibición de riqueza que seguramente acrecentará el malestar de un gremio magisterial dentro del cual 7 de cada 10 considera que el liderazgo de Gordillo ha sido malo o pésimo. Los tres restantes que la apoyan tendrían que leer el libro del investigador Ricardo Raphael, Los socios de Elba Esther, (Ed. Planeta) que salió esta semana.

El libro incluye información devastadora sobre la carrera de la líder del magisterio. No es que su reputación fuera precisamente inmaculada, pero los datos que Raphael da a conocer ofrecen nuevas luces de la forma en que el SNTE ha corrompido las estructuras del Estado. El crimen organizado o los cárteles de las drogas parecen aficionados frente a los métodos refinados de la Maestra y sus pupilos.

A lo largo de los últimos 17 años alrededor de 200 mil millones de pesos han pasado por las manos del sindicato, lo cual explicaría las bolsas Prada o las residencias en La Joya, California. Pero eso es sólo el principio del poder. La fracción de la Maestra ha gozado de impunidad para desaparecer disidentes o asesinar críticos y enemigos dentro del sindicato, o para convertir en feudos propios instituciones del Estado que han recibido de los presidentes en calidad de botín o recompensa.

El mayor aporte del libro reside en su último tercio. Allí se muestra la genialidad de Gordillo al convertir una estructura gremial en una impresionante maquinaria electoral. Sindicatos poderosos que promovían el voto a favor del PRI los había habido siempre. Lo que no se había hecho antes, era la construcción de una red a lo largo de todo el territorio para controlar el voto de comunidades y para penetrar las estructuras electorales.

Curiosamente, todo inició bajo el aparente velo de las buenas intenciones. Durante su incursión en el grupo San Ángel, la Maestra ofreció construir una red de decenas de miles de “observadores” del proceso electoral. El SNTE contrató a especialistas, cuadriculó el territorio nacional, clasificó las casillas electorales según su “fragilidad” y montó un ejército de encuestadores de salida.

Pronto se dio cuenta de que tenía el instrumento más poderoso que pudiera existir en una democracia precaria: una maquinaria “legal” para incidir en el voto. Lo cierto es que el 2 de julio del 2000, el día de las elecciones presidenciales, Elba Esther se reunió con Vicente Fox a las 12 del día para felicitarlo por su triunfo y para informarle el margen exacto de ganancia, nueve horas antes de que lo hiciera José Woldenberg, presidente del IFE, o Ernesto Zedillo, presidente del país.

Desde entonces, Elba Esther se ha hecho indispensable en las aspiraciones electorales de gobernadores y presidentes municipales. La Maestra se ufana de poder decidir en umbrales que varían entre 3 y 5 por ciento de la votación en una elección, lo cual constituye un margen decisivo en casos de comicios reñidos.

¿Cómo lo hace? En su libro, Raphael transcribe el testimonio de Noé Rivera, quien durante muchos años fuera hombre de toda la confianza de la Maestra. Rivera describe una metodología maquiavélica: las redes del SNTE operan permanentemente para ocupar todos los puestos posibles en las estructuras electorales (¿Luis Carlos Ugalde?). En las zonas rurales los maestros suelen ser elegidos para presidir comités distritales y municipales, gracias a que son más letrados y suelen tener más información que el resto de la población. Segundo, se detectan casillas en las que históricamente no acuden los funcionarios de casilla y se coloca a las 4 de la mañana a un propio en la fila, para que sea elegido como escrutador, según el principio de “primero en la fila”.

Una vez que la red detecta que posee dos funcionarios dentro de una casilla electoral se ponen en práctica diversas tácticas para alargar la jornada y propiciar el cansancio; al final se introduce un número distinto en la sumatoria de la boleta para favorecer a determinado candidato. En 2006 el 17.8 por ciento del total de funcionarios de casilla fueron sustituidos, aunque en algunos distritos alcanzó un 34 por ciento.

El autor del libro puso a prueba los señalamientos de Noé Rivera y analizó la distribución del voto en las casillas en las que había habido cambios de funcionario. El resultado es aterrador: el PANAL, el partido de la Maestra, mejora su votación un 40 por ciento con respecto al resto de las casillas. Si la sustitución fue del secretario de la casilla, el PANAL mejora 49 por ciento y el López Obrador pierde 20 por ciento. Raphael concluye que estos datos mostrarían la posibilidad de la que “la red electoral gordillista” haya vulnerado los candados para que los votos de las y los mexicanos contaran y se contaran democráticamente”.

Bajo ese esquema no resultaría absurda la pretensión que circula en los cuarteles de Elba Esther, en los que se afirma que ellos le regalaron 500 mil votos a Calderón (el doble del margen con el que ganó la presidencia). En todo caso, las enormes canonjías que el grupo de la Maestra ha obtenido muestran que Calderón asume como cierta esa donación de votos.

La película El Fraude, de Luis Mandoki que se estrena este fin de semana, ha sido objeto de toda suerte de intentos para boicotear su distribución y censurar su difusión en televisión y radio. Justamente un par de escenas sobre sesiones distritales muestran lo que el texto de Raphael describe. Las imágenes de la película son estremecedoras, los datos del libro resultan explosivos. Al margen del partido político y del candidato que cada quien haya apoyado, queda claro que los procesos electorales han sido seriamente vulnerados. El verdadero peligro para México tiene nombre de mujer.

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