La desesperanza, tristeza e indignación comienza a apoderarse del equipo que nos representa en Río 2016, historias que, lejos de parecer desconocidas, son, lamentablemente, la constante a lo largo de los años recientes o, por lo menos, lo que en mis ocho Juegos Olímpicos en los que he trabajado como reportero me ha tocado vivir, con las muy felices excepciones de Sydney 2000 y Londres 2012.
Las historias de horror en los Juegos Olímpicos para nuestro país, en las que los desencuentros, pretextos y malas actuaciones, insisto, han sido la mayoría de los casos.
Sin embargo, e ilusamente, parecía que esos tiempos de mediocridad y desasosiego en nuestro deporte eran parte de la historia pasada, ya que a partir del enorme impulso que tomó el deporte nacional de alto rendimiento, gracias a los incrementos presupuestales en los tiempos de Vicente Fox, y más adelante de Felipe Calderón, generarían que los resultados siempre irían en ascenso y sin retorno al triste, muy triste, panorama deportivo de nuestro país en las grandes competencias internacionales.
Pues parece que el regreso al México perdedor fue muy rápido, pues no se ve por dónde se puedan ganar las siete medallas de Londres 2012 o las seis de Sydney 2000.
Y no se trata de ser adivino ni agorero del desastre, simplemente basta con observar los recortes presupuestales desde las instancias gubernamentales a una tercera parte con respecto a lo que recibía el deporte en 2014, el nulo presupuesto que se ha ejercido para innumerables federaciones deportivas que se quedaron sin gasolina para mantener los motores del deporte a muchas revoluciones y, sobre todo, la increíble discrecionalidad con la que algunos han recibido presupuestos a manos llenas, como el caso de la esgrima, que no obtuvo prácticamente ningún triunfo en Río 2016, mientras que muchas otras federaciones, incluido el propio Comité Olímpico Mexicano, hace más de año y medio que dejaron de recibir recursos del erario para realizar sus funciones y gastos, como el propio costo de enviar a Río de Janeiro a toda la delegación mexicana, habiendo sido necesario para ello el que se le solicitara un crédito al Comité Olímpico Internacional para lograr avituallar y dotar de los pasajes aéreos a los casi 300 enviados entre deportistas, entrenadores, médicos, metodólogos, fisiatras y demás federativos para tener todo en tiempo y forma.
¿Usted lo puede creer? A mí me resulta muy complejo, pero así se dieron las cosas, y se siguen dando en nuestro muy alicaído deporte. Basta con conversar con deportistas y entrenadores en todos los niveles para percatarse del desencanto y tristeza generalizada, pues han dejado de tener oportunidades de competir y representar a México en el extranjero, algo imprescindible cuando se pretende competir ante lo mejor del planeta.
No parecía tan difícil pronosticar una mala actuación de nuestros deportistas, simplemente es la triste realidad.
Lo lamento…