Gobernadora en el estadio
Aureliano Rincón Candelas
Jueves 13 de Octubre de 2016

Tras su lanzamiento al home para inaugurar la nueva casa de los Yaquis, lanzamiento que llegó rodando al home plate, la gobernadora Claudia Pavlovich se enfila hacia las gradas con una casaca rosa de Obregón y su gorra con la H de Hermosillo, una forma de unir a dos regiones enfrentadas por el agua.

Nada como un “baño de pueblo” para la mandataria estatal, a unas horas de entregar su primer informe de gobierno. Su equipo de seguridad le abre paso y la magdalenense sube escalón por escalón para recibir felicitaciones, agradecimientos y saludos.

La selfies son inevitables y las solicitan por montón, principalmente las mujeres, sin faltar las familiares y con niños. “Vente Tino, acércate”, le pide la gobernadora al alcalde de Cajeme, quien accede de inmediato e intenta su mejor sonrisa a la cámara.

“Mira, no se llevan tan mal como dicen, de que hay un distanciamiento”, comenta el reportero a otro colega que también observa la escena y quien revira con sorna: “Pues quién sabe porque para llevarse bien con el Tino no se ocupa que haya química sino alquimia”.

Un tanto apartado del séquito aparece el secretario de Desarrollo Social, Rogelio Díaz Brown, quien luce más repuesto de su figura, quizás le ha sentado bien beber agua del Novillo, ahora que tiene un año radicando en la capital del estado y se siente feliz con el acueducto priista. ¿Acueducto, qué es eso? dirá ahora.

Ironías de la vida, pues el Roger porta una casaca azul rey, que en su espalda luce el #1, una posible obsesión hacia su villano favorito en la lucha sexenal de No al Novillo, el prófugo de la opinión pública y aficionado del amparo, Guillermo Padrés Elías.

Según se maneja en corrillos políticos, el secretario Díaz Brown cabildea muy insistentemente para que el nombre del estadio recaiga en el padrino de la monumental obra y de su carrera política, el villajuarense Manlio Fabio Beltrones Rivera. Favor con favor…

Por pronto, la B de Beltrones ya se asoma en el estadio de beisbol, toda vez que la marca Bud ligth se lee y sobresale por todos los rincones del inmueble, aunque a decir del alcalde Faustino Félix, se han recibido varias propuestas de marcas, pero no hay nada firme.

Mientras tanto, abundan las quejas por el peligro que representan los escalones y el riesgo de un fatal accidente por la insuficiente malla de protección, además de la falta de iluminación a los alrededores, lo que tiene muy contento a los delincuentes.

Sí hubo 500 millones para un estadio que será lucrado por un grupo político afín a los agrotitanes, más otros 400 que se invierten infraestructura urbana, pero no el presupuesto suficiente para garantizar la seguridad de miles de aficionado.

PRImero lo PRImero y después los Novilleros. Pavlovich dixit.


 
 

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