Escucho con interés las declaraciones de Claudia Contreras, delegada regional de la PGJE en Cajeme, sobre el caso de la maestra de danza asesinada por un violador serial en Bácum. No abundo en el caso porque ya se ha informado hasta la saciedad sobre las circunstancias del mismo.
Llamo la atención sobre las declaraciones de Indira porque constituyen una muestra más de un problema grave que se vive en el área de seguridad pública a cargo del Estado: La prevalencia de la imagen sobre la realidad.
En la parte medular de sus declaraciones al noticiero Proyecto Puente, Claudia Contreras afirma que desde varias semanas antes de la tragedia de la maestra, las autoridades tenían ya indicios de las violaciones que estaban ocurriendo en esa área del Valle del Yaqui, la ubicada alrededor del ITVY y entre los municipios de San Ignacio R. M. y Bácum.
Pese a ello, no hubo ningún llamado o aviso a través de los medios de comunicación para alertar a las mujeres de esa área, quienes estaban en riesgo de sufrir un ataque por parte del violador. Y no hubo tal alerta debido a una medida recurrente de las autoridades que prefieren ocultar hechos para no evidenciar la crisis de seguridad pública en el Estado, un área en la que se ha fracasado de manera rotunda en el primer año de gobierno.
A nivel regional prevalece la línea impuesta desde el regreso del PRI a Los Pinos: Tratar el problema de la violencia generalizada como un asunto de imagen, de "percepción" que puede ser modificada a base de spots y declaraciones ambiguas.
Así, una vez ocurridas las desgracias, los funcionarios hablan de sus aciertos en la investigación, de avances que no resuelven los agravios sufridos por las víctimas pues sólo persiguen un objetivo: Transmitir una imagen de trabajo y eficiencia aun cuando la realidad les esté gritando lo contrario.
En el caso que nos ocupa, el violador asesino del Valle del Yaqui, hay un agravante que pone al descubierto "el huevo de la serpiente": El presunto, según declaraciones de vecinos cercanos a la víctima, no sólo era consumidor de la droga crystal, como informó la Procuraduría, sino también distribuidor, narcotraficantes pues, y pese a saberlo mucha gente de la comunidad eso, al parecer, no lo sabían ni sospechaban los elementos policiacos municipales y estatales asignados a la zona.
Así es la realidad diaria en la graves crisis de seguridad pública por la que atraviesa Sonora: Los delincuentes se mueven a su antojo mientras no cometan un error que obligue a las autoridades a perseguirlos. Recordemos, por ejemplo, el caso de un multihomicida detenido recientemente en Cajeme. El hombre tenía en su haber cuando menos diez crímenes anteriores al que motivó su detención.
Pero en ese caso como en el actual, las declaraciones de los funcionarios son a posteriori, de autosuficiencia, de presumir una seguridad pública que no existe y de atribuír los logros, eso sí, muy puntuales, a las instrucciones precisas y directas de la gobernadora Claudia Pavlovich.
Habría que recordarles: la administración de la justicia y la seguridad pública no puede darse el lujo de esperar "instrucciones de más arriba".
Pero esta crisis se ha convertido en un tema "de percepción", de imagen, y de parecer más o menos eficientes, más o menos preocupados, todos en ese tono "por instrucciones precisas de la gobernadora CP".
A esta actitud se debe también la resistencia férrea a la declaración de la alerta de género para Sonora, cuando en realidad dicha declaración no es necesaria para que las autoridades hagan algo realmente importante y efectivo para frenar el crecimiento de la violencia extrema contra las mujeres.
Un asunto de imagen para el poder. Un problea grave de seguridad pública para la ciudadanía.
Le ganamos una a los de Hermosillo
Por fin los cajemenses le ganamos una a nuestros amigos naranjeros. Después de ver con envidia como llegan a la capital una tras otra nuevas empresas, inversiones productivas para generar empleos, ahora le hemos dado vuelta a la tortilla, les ganamos:
El INE nos ha liberado de un diputado local y se lo ha endilgado a los hermosillenses. Una buena noticia para nosotros, aunque los políticos profesionales de aquí estén lamentándose al perder una opción de empleo fácil y bien remunerado cuya única exigencia es levantar la mano para dar un sí o un no según lo ordene el partido.
Y pensar que nosotros nos habíamos preocupado cuando los actuales diputados locales de Cajeme, todos del PRI, juraron que defenderían el Distrito XVIII casi casi como López Portillo defendió el peso. Y nos advirtieron, los diputados, que acudirían a su máximo líder, el carismático Enrique Ochoa, para "salvar" la honra legislativa de Cajeme.
Por suerte para nosotros no los "pelaron".
Quedarse sin uno de cuatro diputados locales significa deshacerse de un 25% de declaraciones triviales en largas y aburridas ruedas de prensa. Ahora eso lo tendrán en un porcentaje más los amigos nanranjeros. Lo sentimos por elllos, en serio, jeje.