Cuando una familia se une para formar una empresa se puede contar con la aportación solidaria de trabajo y sacrificios laborales en la búsqueda de eficiencia y rentabilidad.
Pero estas ventajas pueden perderse si la familia desvía sus objetivos comunes por el interés individual de cada miembro.
En México el 70% de las empresas son de carácter familiar, revela una investigación realizada por Guadalupe Contreras.
Según las estadísticas, el 40% de estas empresas fracasa por errores administrativos, 24% por tropiezos financieros y fiscales, además de problemas en las áreas de ventas y cobranza.
El estudio de Contreras señala que si los cargos directivos los ocupa la familia, sus integrantes se convierten en responsables directos del éxito o fracaso.
“Hay familias que han fracasado en este intento y que no sólo han perdido la empresa o la han dañado sino además han generado unos conflictos tan importantes dentro de la misma familia que se han separado y han llegado a la ruptura familiar”, expresó Enrique Taracena Figueroa, del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa.
Arma de dos filos
La relación familiar se convierte en un arma de dos filos al pasar al plano laboral.
El crecimiento y continuidad de las compañías con este perfil pueden verse amenazados por prácticas obsoletas, por políticas internas, o simplemente por conflictos entre padres, hijos y hermanos, advierte el estudio.
De seis empresas que se inician en primera generación, pasan dos a la segunda generación y una a la tercera.
Esto significa que muchas se quedan en el camino debido a los cambios generacionales.
Cuando se logra superar esta coyuntura, las empresas dan un paso fundamental para consolidarse.
El caso mexicano tiene varios ejemplos. Hay empresas familiares que incluso cotizan en bolsa por su tamaño y sus ganancias.
Actualmente son un motor importante de la economía y la plataforma para la creación de nuevas compañías.
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