Prodigalidad y avaricia de los políticos
Raúl Héctor Campa García
Jueves 26 de Enero de 2017

“Las personas somos arrastrados a alguna parte por el viento o por hombres que nos tienen en su poder”. Aristóteles.

El título de este artículo algo tiene que ver con la cita bíblica del Hijo Prodigo, aquel que despilfarró su adquirida herencia familiar. Después regresa a la casa de su padre, quien lo recibe con ese amor filial, con la alegría de recuperar “a la oveja” que creía perdida”.

Algo de esto les pasa a nuestros políticos del País, guardando la debida proporción, que a pesar de sus despilfarros de algo que no es suyo, que es del pueblo lo toman, lo dilapidan o lo atesoran con singular avaricia para su enriquecimiento personal y a pesar de eso, algunos siguen “vigentes en el negocio de la política” y una y otra vez, porque parte de la población los recibe cada periodo  electoral como aquel hijo pródigo, “perdonándoles su vulgar despilfarro” y su incontinencia de seguir despilfarrando, o enriqueciéndose con lo robado.

Una persona que tiende a la avaricia (no política), es la que atesora con gran celo el fruto de su trabajo, no se desprende ni de una mínima parte para algo altruista o para bien de otra persona o de la comunidad (“no dispara ni en defensa propia”). Tiene el defecto de acumular riquezas para si, y tal vez eso lo hace feliz, es su placer el no “mal gastar”  lo que con el esfuerzo de su trabajo ha guardado y que al fin de su vida no se lleva nada. Tal vez como “El avaro de Mollier”, que buscaba como no dar la dote si se matrimoniaba se hija. 

Muy diferente al político y su avaricia de acumular poder y hacerse de dinero, que lo prodiga entre sus familiares y amigos o prestanombres, para “taparle el ojo al macho. (Cualquier semejante con la realidad es pura coincidencia).

El prodigo, no político, gasta sin recato todo lo heredado por su familia, en los placeres personales, en vicios y concupiscencias, daciones banales, hasta agotar todo lo recibido sin esfuerzo y al final por lástima y por ese amor de familia, lo vuelve a cobijar el calor del hogar. 

Al contrario el “prodigo” político, despilfarra, administra mal los bienes de una nación, haciendo obras y “agarra para él y su grupo nepótico  lo que les sobra”. Toman los dineros de la Nación, como si fuese patrimonio familiar, para sus faustosos gastos y otras frivolidades enajenantes.

 

Prodigalidad y avaricia, son excesos y defectos. Aristóteles.*

Los políticos reciben y gastan en exceso, pero en su avaricia acumulativa, no utilizan bien esos recursos para el bienestar de la ciudadanía, con quien se comprometen en campaña. Administran mal los recursos públicos y sin embargo las percepciones que se adjudican son indignantes, para una mayoría de la población carente de lo mínimo indispensable para pervivir.

La política del País, los partidos políticos ya no deben “parir” tantos hijos de…la prodigalidad y a la vez con avaricia concentradora del poder. “El poder da a conocer al hombre”.*

México necesita a individuos virtuosos, que los tenemos al por mayor, para gobernar con honestidad, con una filosofía política esencial para que consoliden un crecimiento armónico del País, en las grandes y eficientes Instituciones que tenemos, ejemplo: Los prestigiados Institutos de Salud, Las Universidades públicas y privadas semilleros de muchos hombres y mujeres de bien, existen empresarios sensibles a la problemática del País. Instituciones que se forjaron para específicas misiones, que ahí están, e inclusive Instituciones políticas, pero que desgraciadamente algunos hombres-pocos- denigran con su actuar, desvirtuando los propósitos de las mismas.

“El verdadero hombre de Estado…a de ocuparse de la virtud, más que de otra cosa alguna, desde el momento de que quiere hacer de sus conciudadanos hombres de bien y obedientes de la leyes.*

Los excesos y defectos de los políticos, son vicios vergonzosos realizados voluntariamente por muchos de ellos, que no reparan en seguir medrando las arcas públicas. No sólo llegan a un enriquecimiento “inexplicable” (mejor dicho explicable, por “conflictos” de intereses); sino que también se creen dueños de “haciendas y voluntades”. Excesos y defectos que la ciudadanía ya está hasta el hartazgo y que desean que esto  cambie y tengamos hombres y mujeres probos en el gobierno. Ojalá…hay esperanzas. Pero no con líderes mesiánicos.

“El hombre bueno jamás cometerá actos ruines.*  Jamás un buen político lo haría… ¿Dónde están?

*Fuente: Gómez-Robledo Antonio: Ética Nicomaquea – Política. Versión Española e Introducción. Sepan cuantos…Vigésimo tercera edición. Editorial Porrúa. México, 2013.

 

#PARACAMBIARYOMEINCLUYO

Dr. Raúl Héctor Campa García

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