Inicia el proceso culminante de la Cuaresma yaqui
Sergio Anaya
Miércoles 12 de Abril de 2017

Desde este miércoles y hasta el sábado la celebración de la Cuaresma en la etnia yaqui alcanza su clímax con los ritos ancestrales que revelan lo más profundo de su identidad cultural.

Mientras en la zona urbana de Cócorit los visitantes, cada vez en mayor número, disfrutan la fiesta vacacional alrededor de la plaza, a unos cuantos metros de allí, en el pueblo tradicional, pasando el canal, los yaquis se aprestan para representar la Pasión de Cristo, una interpretación singular donde plasman el sincretismo religioso que condiciona su visión del mundo.

Han llegado a este momento después de cubrir la primera parte de la Cuaresma, que inicia con el Miércoles de Ceniza y concluye el sábado previo al Domingo de Ramos, explica la socióloga María Trinidad Ruiz.

En 33 días la comunidad realiza fiestas para celebrar sanaciones, el remedio de un malpuesto o la sobrevivencia a un accidente, añade la directora del Centro de Culturas Popuares e Indígenas del Sur de Sonora, ella nos expuso el proceso que a continuación se describe.

 

La segunda parte de la Cuaresma yaqui empieza con la Semana Santa. Desde el Domingo de Ramos los sacerdotes y chapayekas se concentran en sus deberes, ya no regresan a sus casas, se quedan en el centro ceremonial para cumplir a cabalidad con la parte que les corresponde en la representación tribal.

Los chapayekas (fariseos o judíos) persiguen a Jesúscristo, quien es acompañado por los caballeros, sus seguidores, que lo protegen durante procesiones que realizan día y noche.

 

Miércoles de Tinieblas

En el Miércoles de Tinieblas, maestros, cantoras, capitanes de chapayekas y caballeros empiezan a llegar al templo del Conti desde las cinco o seis de la tarde.

El templo se cierra y dentro de él permanecen los recién llegados. Nadie ajeno a la tribu puede participar ni asistir como observador. Es la hora de iniciar la renovación de las almas, su purificación. Frente al Tenebrario, un triángulo hecho con poco más de doce velas, los cuerpos son flagelados para limpiar los pecados cometidos y alcanzar así la renovación espiritual.

 

Jueves Santo

El jueves se ofrecen doce comidas en honor de Jesucristo y se las proporcionan a niñas y niños que así reciben la gracia de ser angelitos. La comida la brina del kobanao (el gobernador tradicional) y en la ceremonia participan todos los capitanes y caballeros.

Durante la tarde de nueva cuenta los chapayekas persiguen a Jesucristo hasta atraparlo y entregarlo a la autoridad. Viene enseguida la procesión hacia el Monte Calvario. La gente carga una imagen de Cristo al que alguien le ha puesto un hábito; también a los niños les ponen hábitos para cumplir con una manda.

La noche del jueves se realiza otra procesión y a partir de aquí la mayoría de los asistentes se quedan en el Conti, volverán a sus casas cuando termine la Semana Santa. En la Loma de Guamúchil, comenta Trini Ruiz, algunos se concentran en el Conti desde el miércoles.

 

Viernes Santo

Las primeras horas de este día sorprende a los fieles velando a Jesúcristo mientras los chapayekas lo custodian. 

Ante la imagen del hijo de Dios se persignan todos, el kobanao y los hombres que no traen máscaras puestas. Las mujeres se persignan después de ellos.Esta mañana los chapayekas van casa por casa tumbando las cruces que se han instalado al frente de los terrenos, así hasta que terminan de derribarlas todas.

Por la tarde, después de las procesiones, custodian a Jesús en la Urnia (representación de la cueva o tumba donde está su cuerpo), de donde saldrá al día siguiente, ya resucitado.

 

Sabado de Gloria

Temprano en la mañana los fieles caminan alrededor del Conti con un mono de paja trasladado sobre un burro, es Judas Iscariote, de él penden varios listones que no están allí como ornato; la gente los ha colgado para pedir o agradecer favores concedidos. Las cantoras permanecen a un lado dirigidas por el maestro de iglesia mayor, frente a ellas están el venado pascola y las cantoras.

Atrás del templo, el coyote y los matachines. Adentro están los angelitos, los fariseos marchan, los caballeros entran y salen, mientras el sonido de una flauta representa el llanto de la Virgen María y un tambor marca los martillazos que le dieron a Jesús en la cruz.

Al terminar el paseo de Judas sobre el borrico, los fariseos corren tres veces y al concluir que quitan las máscaras y las amontonan en un punto ubicado entre la cruz que marca el territorio del Conti y el templo.

Antes de quemar todas las máscaras, el capitán de los chapayekas escoge tres de ellas para guardarlas pues si alguien muere en los próximos meses será enterrado con una de ellas.

La quema de máscaras no significa la conclusión de todo el ritual. Esto ocurre al día siguiente, el domingo, con una ceremonia donde los niños son acompañados por sus padrinos.

El padrinazgo dura tres años, que al terminar son festejados con un ofrecimiento de comida carne con chile, es el bolo.

 

La descripción general de los ritos que se llevan a cabo en la Semana Santa yaqui es, para Trinidad Ruiz, un conocimiento elementalque deberían tener las personas ajenas (los yoris) que asisten al ceremonial realizado en el Conti.

No basta con ir de curiosos, sólo a ver algo desde la perspectiva de la vida urbana. Comprender el valor simbólico de estos ritos es indispensable para respetar la cultura que los genera.

Y para que esto suceda, dice, debería hacerse una labor de difusión que esté por encima de la "mirada turística" que suele reducir esta importante celebración indígena a un evento más para atraer visitantes.

 

 
 

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