En medio del tumulto que rodeó el desfile de los Yaquis por la calle Miguel Alemán, aparecieron estos dos amigos unidos a la manifestación popular.
Durante varias cuadras, uno de ellos empujó la silla de ruedas, a veces a la carrera para no quedarse atrás del contingente de vehículos que encabezaba el camión oficial.
Su amigo, adherido a la silla, no ocultaba su felicidad con una sonrisa abierta que compartía con todo mundo. Mientras, el otro seguía incansable empujando hacia adelante para que ninguno de los dos se perdiera la alegría de esa tarde compartida por todos los cajemenses. |