El sueño de la afición local duró sólo unas horas. El presidente de los Yaquis, René Arturo Rodríguez, lo dijo sin rodeos: Cd. Obregón no está preparada para ser la sede de la Serie del Caribe (SC) 2018. No tenemos la infraestructura necesaria.

Así de rápido concluyó el sueño que acariciaron los aficionados cuando se anunció, hace apenas tres días, que México sería de nuevo la sede de la SC. "Tenemos un estadio digno para ese torneo", era la idea compartida. 

¿Por qué no? ¿Acaso no somos la ciudad más próspera de México?, se pensaba para afianzar una posibilidad que ganó terreno en pocas horas y así de súbito se desmoronó.

Pero este sueño no fue una idea calenturienta propia del verano que empieza, sino un engaño sembrado hace cuatro años cuando se anunció la construcción del nuevo estadio de los Yaquis.

En ese momento se dijo que el costo del proyecto sería casi 300 millones de pesos (mdp), y como parecía una gasto demasiado exagerado para una ciudad con enormes problemas de infraestructura urbana, se buscaron atenuantes para apaciguar el malestar de un sector de la sociedad.

Fue el propio René Arturo Rodríguez quien el 30 de octubre de 2013 expuso la posibilidad de una SC aquí:

"Un nuevo estadio nos puede permitir traer a equipos de Estados Unidos y la Serie del Caribe a Cd. Obregón".

Poco después el entonces alcalde Rogelio Díaz Brown deslizó la misma opinión. Es un estadio, dijo, para que Cajeme sea sede de grandes eventos de talla mundial.

Se decía además y sin el menor rubor que el nuevo estadio sería "un detonante para la economía cajemense".

Era el momento de justificar como diera lugar el proyecto ideado por Manlio Fabio Beltrones. 

Después vino la realidad, el enorme costo que no fue de 300 mdp sino de casi 1 mil mdp, la ubicación del estadio en terrenos de "engorda" para amigos y socios de Beltrones, la entrega del estadio con una concesión de costo irrisorio para la directiva del Club Yaquis. Los negocios de siempre entre una élite de empresarios y políticos insaciables.

Y ahora, la anulación del sueño que tuvo la afición obregonense: Ser anfitriona de una Serie del Caribe.