"Siempre listos, Siempre ahí”, es el lema de las tiendas Oxxo, que se han vuelto en todo el país lugares aptos de sacar dinero rápido y a conveniencia por parte de la variopinta delincuencia.
A la poderosa compañía cada uno de esos asaltos no le significa ni un pelo, pero sí acarrea graves daños a sus empleados, y para la seguridad de la ciudadanía.
Los rostros “felices” de los trabajadores que Coca Cola – FEMSA – Oxxo gusta de difundir en sus promocionales se tornan en muecas de miedo y súbita temblorina cuando son asaltados.
Sobre todo, porque en ocasiones los últimos en enterarse de que una tienda Oxxo está siendo asaltada son los agentes de las corporaciones policiales.
Los patrulleros se quejan de que cuando llegan ya no pueden hacer nada, pues para entonces los asaltantes están muy lejos de sus manos, despilfarrando el botín malhabido.
Los empleados víctimas del atraco entregan el dinero y abren las cajas registradoras, pero al parecer lo primero que hacen no es activar el 911, sino dar parte a sus superiores, para que la información recorra la cadena de mando de esa multinacional.
En esos momentos cada segundo es importante, y el lento proceder de estos dependientes evita que los ladrones sean capturados y que, dicho sea de paso, acabaron con el negocio de otras tantas misceláneas familiares de larga tradición.
¿Por qué esa lentitud de los empleados? ¿Acaso tienen instrucciones de primero avisar a sus jefes y después a la policía?
Aunque los establecimientos estén asegurados, la necesidad de dar garantías a sus trabajadores y a los clientes les debía ya de llevar a crear mecanismos de seguridad efectiva.
Mientras no lo hagan a la delincuencia de a pie, en bici, moto o coche, le será fácil asaltar una tienda de éstas, hasta con cuchillos cebolleros, como se han dado casos ya.
Y los más dañados seguirán siendo los empleados mal pagados pues también corren el riesgo de que se les pretenda vincular con los delincuentes.