Hay quienes dicen que todo tiempo pasado fue mejor.
Antaño Ciudad Obregón prometía ser más prospera. Hasta la describían como frijol y garbanzo le diste a obregón-.
Algo le pasó a Cajeme, pudiera ser responsabilidad de sus gobernantes, o también de sus gobernados.
Antaño es hablar cinco o seis décadas de ayer, cuando la ciudad quizá era la mitad o tal vez menor de lo que es hoy. Cuando el cantante soldado Lino Lujan, de un plumazo, mencionaba a la ciudad: Cortinas, la Ladrillera. Hidalgo y Constitución, me voy hasta Plano Oriente.
En los albores de los sesenta y principios de los setentas, El Cajeme pujante, que recibía a gente de donde quiera, de donde viniera, tal como tiene que ser de una ciudad con menos de medio siglo de edad.
El Valle daba para todos; Para ricos y para pobres.
Decían entonces que en Cajeme hasta el más chico ganaba su tostón. No mentían.
El Valle cargado de trigo, maíz, garbanzo. Frijol, cártamo. Dieron entonces por llamarle el granero de México.
Entonces el comercio en su mayor parte lo realizaban personas oriundas de aquí, los comerciantes en su mayor parte eran nativos, el capital, las utilidades eran locales, todo era local.
El Cajeme próspero, el Obregón próspero de aquellos tiempos.
Los dos centro comerciales de aquel entonces: El del centro de la ciudad, con su mercado grande, rodeado de comercios, sus dueños unos nativos, otros que llegaron del sur del país, del norte, unos más de aquel lado del mar, arrastrados o expulsados por una revolución, otros por la gran guerra. Todos ellos quisieron a esta tierra como si aquí los hubieran parido.
El centro grande.
El otro centro, el centro chico, el centrito. La calle California, la Cumuripa.
La vieja central camionera, entre las Colonia Hidalgo y Cumuripa, a la que llegaban de cualquiera de los campos agrícolas, o de todos los campos del Valle del Yaqui, semejante a un abrevadero.
Tenían que venir de todos lados del valle al mandado, a surtir sus provisiones, de vestido y sustento. La calle California de aquellos tiempos. Del tramo de la calle doscientos a la No Reelección. Llena de vida, un emporio comercial: Cines, Muebles, Línea Blanca, Ropa nueva y vieja, de dama y caballero, talabarterías, catres de tela de jarcia y de lona, sillas de montar, frenos, espuelas, piolas, chavindas, zapatos, botas vaqueras, botas de hule para el riego, alcohol que sirve para curar, tequila para alegrar, cuadernos para los chamacos, radios de pilas y pilas para radios, farmacias, ferreterías, y un sin fin de cosas que unas gentes compraban y otras vendían que hacían a la calle california un emporio.
“Esa camisa es de la cali gali “_decían-- cuando alguien pretendía hacer creer que estrenaba una prenda y en realidad era camisa de segunda.
Pero los tiempos traen otros tiempos y puede que para algunos esos tiempos nuevos que arrastra el tiempo viejo no sean mejores. El gobierno de Faustino Félix Serna, creo una nueva central camionera, la modernizó; quizá eso fue el principio del fin. Le quito vida, mermo el comercio.
Después vendría más cosas, los ochentas, el neoliberal gobierno de Salinas de Gortari, las restricción de créditos bancarios, los ejidatarios venden o rentan sus parcelas, no hay movimiento en los bancos, los comercios se cierran, se cierran primero los cines, luego los bancos, después los comercios; las construcciones se derrumban, se abandonan, se vuelven escombros.
Y la calle California hoy luce fea, así como una muchacha desaliñada, desarreglada, como cuando anda atravesando por una periodo largo de depresión, de soledad.
Puede que el llamado mercadito Unión sea lo único que le de vida, pero no como lo hacía en aquellos años viejos. Baste Tan solo recordar que ese centro comercial daba vida a más de cuatro instituciones bancarias, implícito esto, esas instituciones empleaban a decenas de empleados. Eso ya no existe.
Deprimente es que un no tan antiguo y prospero entro comercial, sea hoy en día un corredor de edificios abandonados, otros en ruinas. Ni que recordar de los viejos cines California y Pitic. La calle California se asemeja a un viejo que se muere.
Dos o tres comercios de firmas nacionales que solo sangran la economía de la región, quizá sea los que no la han dejado morir.
El mercadito Unión lucha como soldado veterano, en medio de vientos y tempestades. No morir es la consigna.
Al igual que las románticas historias:
Hay otro solitario soldado Que no lo ha doblegado el tiempo, ni las tempestades, quizá las crisis económicas le hayan hecho daño, el modernismo le haya hecho merma y ahí está como emblema de la California vieja, del viejo centrito.
Ahí está el “Evodio”, desparramando a cada dia en lo que queda del viejo centro comercial, “El centrito”, con el olor del Menudo.
El Menudo del Evodio.
Ve y pruébalo