Un enorme susto se llevó el dirigente acuícola Miguel Ángel Castro Cosío quien se encontraba en la Cd. de México en el momento cuando ocurrió el sismo del pasado martes 19 de septiembre.

A la hora del temblor, él estaba en el décimo piso del edificio que ocupa el Tribunal Superior Agrario gestionando asuntos relacionados con su organización campesina.

Justo cuando comenzaba a entrevistarse con uno de los funcionarios del Tribunal empezó a temblar. Para quien ha estado en un evento de esta naturaleza y en lo alto de un edificio, sabe que mientras más alto se encuentre más se siente el temblor porque los "rascacielos" están construidos para tener cierta flexibilidad estructural que les permita soportar un sismo, pues de ser totalmente rígidos colapsarían con mayor facilidad.

Una expresión de desconcierto y miedo cubrió el rostro de quienes estaban allí, incluido el del mencionado líder, y al mismo tiempo todos buscaron la salida por las escaleras de emergencia.

El robusto líder acuícola bajó peldaños con soltura, livianito como en los mejores días de juventud cuando jugaba futbol y tenía el cuerpo cual "varita de nardo". Bajó escaleras en un santiamén, driblando obstáculos como si condujera el balón por la banda izquierda, o como si abajo lo estuviera esperando una diputación plurinominal.

Para fortuna del sector acuícola sonorense, el presidente de la Cosaes llegó sano y salvo al ras del suelo junto con las demás personas, caminó con aire triunfal en la calle como si fuera Fidel Castro bajando de la Sierra Maestra.

Ya en la calle se enteró que por desgracia muchos no habían tenido la misma suerte y una nueva desgracia se cernía sobre México.

Enseguida convocó a dirigentes regionales de la UGOCP para redoblar esfuerzos a favor de los damnificados.