Con un paupérrimo rendimiento de 13 victorias y 21 derrotas hasta este domingo, los Yaquis se quedaron en el sótano de la Liga Mexicana del Pacífico.

Así concluyó la primera vuelta para el equipo de Cd. Obregón, hundido en el último lugar y obligado a jugar una segunda vuelta casi perfecta para alcanzar y mantener el primer lugar, sólo así cabe la oportunidad de pasar a la postemporada que se juega en enero. Si no es el liderato de la segunda vuelta, cualquier otro lugar de nada serviría, a mesxnos que se dieran una serie de combinaciones que muy difícilmente se darán.

Y como sucede cuando el equipo pierde, las críticas e inconformidades de los aficionados apuntan contra directiva, manager y jugadores sin discriminar a nadie. Todos tienen la culpa. Es natural. Cuando el equipo fue tricampeón era básicamente la misma directiva pero entonces sus integrantes eran héroes y no faltó quien propuesiera al presidente del equipo, René Arturo Rodríguez como candidato a la presidencia municipal, mínimo.

Así es el deporte, el camino de héroe a villano es muy corto. También en sentido contrario.

Pero un análisis más frío hallar deficiencias estructurales en la formación del equipo, y la primera falla ¡oh sorpresa! puede ser que no se trata de un equipo en el sentido competitivo, sino de un grupo de jugadores que van y vienen, a veces están y luego no están. Un grupo sin identidad. Cada semana inició con un jugador dado de baja y otro recién llegado. 

Pedir "amor a la camiseta" es una actitud anacrónica, casi ridícula en un juego profesional donde cada vez están más lejos los ideales deportivos y lo único que importa es la ganancia económica. Eso vale no sólo para la mayoría de los jugadores sino también para el Club, al parecer cada vez más preocupado por exprimir los bolsillos de los aficionados que en brindarle una satisfacción en el terreno de juego, donde se ganan los partidos.

El "Yaquis" que ahora tenemos no sólo está lejos de aquel equipo que ganó el tricampeonato sino también de aquellos que sin obtener un titulo dejaban todo su esfuerzo en la cancha del estadio.

Los "aguerridos Yaquis" hoy parecen ser los "arrugados Yaquis". Y lo que podemos esperar de ellos, el liderato de la segunda vuelta y una postemporada de lucha férrea, se antoja un sueño imposible. Pero se vale soñar.