No me tomen a mal que salga a cacarear la edición de mi libro número 39, que anoche me entregó la imprenta. Quienes son papás también salieron a contar, alborotados, a sus amigos, que les acababa de llegar un bebé. Y las mamás, aunque descansando en cama después del parto, cacareaban al polluelo o polluela por el teléfono.

Estoy en las mismas.

Le cuento que el libro tiene unas páginas arriba de doscientas, con una portada compuesta por fotos de Padrés en diversos momentos: sonriente, preocupado, con su caballo, jaloneado por los agentes de la PGR, en el carro que lo lleva a prisión. En interiores hay otras fotos.

La narración comienza con la noche en que anunciaron su triunfo en 2009 y los episodios que no alcancé a cubrir con “Asalto a Sonora”, publicado cuando todavía era gobernador. El lector recordará el tráfico de bebés, a los prófugos y a los que tienen detenidos en Estados Unidos.

Se relatan las maniobras financieras para llevarse casi 9 millones de dólares, fruto de la leperada con los uniformes escolares. El intento de fraude contra un banco israelí, la ayuda que le dio el periodista Ciro Gómez Leyva en su programa cuando le echaron el guante.

Para los impacientes e incrédulos que aseguraron que no agarrarían a Padrés y que “nunca pasa nada”, relato el caso de los 13 gobernadores (14 con Padrés) que han caído al bote en lo que va de este siglo, algunos todavía en proceso. También la situación de delincuentes que llamo “de ligas menores” y los atentados recientes contra la hermana de Gisela Peraza de lo que no han informado las autoridades.

Adelanto que no quedaré bien con los panistas que todavía admiran a Padrés, y tampoco con algunos funcionarios de la actual administración porque dedico varios capítulos a desastres de Padrés que no han sido remediados, como la presencia del espurio del Supremo Tribunal de Justicia, el desastre en la Comisión Estatal de Derechos Humanos y los errores del Maloro.

Por eso hay, debajo del título del libro, un subtítulo: “Dejó basura que no han barrido”. En interiores, el capítulo correspondiente se llama “La basura podrida que falta barrer”.

El libro está dedicado a Adalbberto Rosas López, que llevó la parte principal de la lucha contra el acueducto y apoyó la solución que Claudia Pavlovich dio al problema, de veras peliagudo, porque si cierran el acueducto se enojan los de Hermosillo y si no lo cierran, se enojan los del Valle del Yaqui.

Como abogado, he procurado expresar con sencillez los aspectos jurídicos y combatir con argumentos los rumores que echan a volar, supongo que no de mala fe, los que quieren que Padrés no salga jamás de la cárcel. No soy adivino para predecir que resolverán los jueces en los dos amparos pendientes de revisión pero hasta ahí llego.

¿Dónde y cuándo presentaré el libro? Hoy averiguaré si me prestarán un espacio en la Universidad pero si alguien se anima a venir a mi casa, estará a la venta en $250 Y como me agarraron en el “buen fin”, si alguien no tiene la obra anterior, “Asalto a Sonora”, se llevará los dos en $300, aunque de este segundo libro sólo me quedan cincuenta ejemplares.

Seguiré cacareando.

carlosomoncada@gmail.com