Los decires de las rimadoras de letras cándidas y trazos autorreferenciales dieron paso a la solemnidad de las notas de cuerda que trajo la Camerata del ITESCA a la Biblioteca Pública Municipal “Jesús Corral Ruiz”. Interludio preciso para incubar sensibilidades y proemio para el arribo de Sonata de tierra adentro, los versos que Juan Manz desbrozaría con obsesión de orfebre de relojería y a los que Ismael Serna disecó forma y fondo con el ojo agudo de quien conoce los intríngulis de la obra manziana.

En Sonata de tierra adentro la imaginación y Juan Manz se toman de la mano y peregrinan por historia y territorio del Valle del Yaqui. Asidos mente y pasión, al compás que marca el espíritu de Juan, se hilan palabras que trasminan las voces profundas de los pueblos originales, los pioneros y el fragor de los campesinos valleyaquenses. Juan recordó que su Balada tierra adentro es la versión octosílaba primigenia de Sonata, reescrita luego en 2002 para celebrar el 75º Aniversario de Cajeme y renacida en versos  endecasílabos el 2017 para el 90º Aniversario de Cajeme.

En cierta forma la evolución de Sonata de tierra adentro también traza el tránsito de Juan Manz en la poesía: de la frugalidad por la forma y el fondo que perviven en la obra de los primeros libros, Manz pasó al afán del pulimento de contenidos y la belleza de la palabra. Ahora, en la madurez humana, en plenitud de experiencias de vida, con las herencias pródigas en el lenguaje que dejan lecturas, viajes y las emociones sosegadas, con el sólido dominio del oficio de poeta, Manz se aventura a recrear versos endecasílabos, la forma excelsa del soneto.

Los signos de fiesta en Cajeme: igual que las flores se abren en primavera, los capullos de Sonata de tierra adentro revientan en los recintos de la Biblioteca Pública Municipal en las albricias de la primavera del 2018 y el auditorio cautivado cede a la seducción de la voz marcial del Manz que hipnotizado sigue el hilo de sus versos. En Sonata de tierra adentro, desde la Nota del Autor encontramos al Manz poco revelado. Lo hace como debe hacerlo el escritor comprometido: cuando el incendio de las emociones trompicadas dan paso a las reflexiones maduras, cuando las regañinas oficiosas dejan turno a los silencios judiciales. Cuando la historia confirma los errores.

En los versos de la tarde-noche está el Manz que compromete la poesía con la vida pública, el Manz que en el oficio de poeta se exige espacios para la denuncia, el Manz que protesta la pulverización del hectareaje, los desgajamientos de la fertilidad del Valle del Yaqui en espurios proyectos de vindicación social. El Manz que protesta el desbalance del desarrollo regional a causa de trasvases de cuencas, la palabra del poeta usada como ariete que rompe las compuertas de la pasividad. El poeta de la palabra viva y actuante, el hombre de ideas al que inconforma el rol de testigo mudo.

El Juan Manz de la madurez intelectual es el labriego jubilado de surcos que expropió la ¨tienda de sudores¨ del Valle de las Promesas para entretenerse en la cosecha de las espigas de versos, en la generación de renuevos. En Sonata de tierra adentro Manz está en el centro. El horcón en medio, el espíritu de la palabra campeña, el Poeta Mayor, el Poeta de las Manos Grandes, el alquimista que muta terrones en letras, el pensador inverosímil que troca espigas en versos de oro. Juan Manz es la voluntad alfa en pro de la poesía en el valle agreste de barbecho, brozas y andurriales.

Nuestro Poeta Mayor –porque lo que queremos lo sentimos propio- imanta voluntades de todo género y edades. Cobra especial significado la reedición del 2018 de su catenaria Sonata de tierra adentro, en ocasión del nonagésimo aniversario de la erección de Cajeme, porque no sólo convoca, seduce además a la nueva generación de poetas de nuestra región. La generosidades de Manz no conocen límites, entrega la obra sin regalías y ofrece cientos de ejemplares del emblemático poema al Valle del Yaqui, para fertilizar con ella el nacimiento de los renuevos, como si se tratara de encajarle sarmientos de palabras al Valle del Yaqui.