El sur de Sonora, considerado el bastión priista por décadas, sucumbió ante el diluvio morenista, pues desde esta región agrícola formada por dos valles, el candidato presidencial logró  la tercera parte de los sufragios que obtuvo en Sonora.

Los 214 mil votos que la coalición Juntos Haremos Historia obtuvo de esta región Yaqui-Mayo, superan a los sufragios que José Antonio Mead y Ricardo Anaya  consiguieron en toda la entidad. Fueron 181 mil y 167 mil, respectivamente.

Frente al cálculo de Alfonso Moreno Durazo, hoy senador elector y futuro secretario de Seguridad Pública, de que el tabasqueño sacaría unos 500 mil votos en la entidad, se quedó corto porque en total resultaron más de 651 mil, es decir, 151 mil votos extras.

De los distritos federales 06 de Cajeme y el 07 de Navojoa, que abarca 6 municipios, se aportó la mayoría de votos para Amlo, 214 mil, en tanto que Hermosillo, que contiene el distrito 03 y 05, se contabilizaron 173 mil votos a su causa, 40 mil votos menos que en el sur.

De ahí que el mito de la estructura priista cayó por los suelos, al igual la frase de un envalentonado Emeterio Ochoa Bazúa, cuando en la arena Itson alardeó ante Pepe Mead un “bienvenido a la tierra más priista de toda la República Mexicana”.

La afirmación del Eme quedó muy distante a las cifras, pues en Cajeme solo poco más de 20 mil votaron por el candidato priista No priista, pero quizás invadido por el optimismo del Chicharito, “había que imaginarse cosas chingonas” aunque ilusas.

Y la aceptación, a duras penas, del Eminente ex candidato que “nuestra gente votó en contra nuestra”, evidencia que el acarreo, la compra de voto, casas amigas y demás tretas del manual electoral priista, nada puede hacer frente “un estómago que tiene algo de sesos” (Manjarrez Opcit).

Desde los setentas, este bastión de votos del tricolor ha pasado por varias etapas. Los encontronazos con el presidente Echeverría por el reparto de tierras, devaluaciones, crisis en el campo, magnicidios, Fobaproa, la alternancia con Fox y el retorno del PRI con Peña Nieto.

El legado de corrupción, represión y pobreza alentó que escritores como Gabriel Zaid especulara en los 80’s sobre el fin del PRI. Esta vez parece que la herida es de muerte aunque es difícil pronosticar sobre el partido ave fénix del sistema político mexicano.