Antes del 8 de marzo pasado, cuando cientos de jóvenes punk, skats, darks, entre otros, agredieron físicamente a emos en la Plaza de Armas de Querétaro, esa subcultura juvenil carecía de importancia e incluso pasaba desapercibida.
En las principales ciudades del país llaman la atención por su estrafalaria apariencia, su maquillaje y porque caminan cabizbajos con el rostro cubierto por sus cabellos.
En ese mismo tono, las frases que se repetían en bares o en el transporte público como “Haz patria. Mata a un emo”; “me cagan los emos” y “pinche emo” eran irrelevantes. La inicitación a la violencia surgió en internet, en foros y blogs. Las convocatorias en la web son cada vez más recurrentes y los antiemos responden a los mensajes con agresiones verbales y físicas.
Pero desde ese momento todo cambió y esa expresión juvenil se convirtió en la más odiada y despreciada por otras tribus en ciudades como el DF, Puebla, Coahuila y Sinaloa.
Para hoy, a las 12:30 y a las 15:00 horas los emos convocaron —vía internet— a marchar del Museo del Chopo al Zócalo capitalino y a concentrarse en la glorieta del metro Insurgentes para manifestarse a favor de sus derechos, “porque no soportamos ser la burla de los demás”.
A ojos de sus antagonistas, los emos son una moda y que se basa en estética, lo “emotivo” y “emocional”. “No son nada”, dice un punk de nombre Roberto, que agrega que lo único que hacen es “robarnos nuestra identidad”.
Pero para miles de jóvenes en todo el mundo, lo emos vinieron a llenar ese hoyo negro en el tejido social, que sustenta su estilo en una profunda tristeza y desencanto hacia la vida familiar.
En términos musicales, en el país y en el mundo, emo es un género derivado del hardcore punk europeo, con una gran carga emocional e introspectiva en las letras de sus canciones y de música estridente.
Aunque para muchos, emo significa simplemente “moda”, que copian características distintivas de otras vertientes juveniles como punks, dark, gótico, skats, metaleros.
Miguel Ángel es un emo del DF que reconoce que sí han adoptado estereotipos de otras tribus. Pero afirma que su autenticidad radica en “buscar nuestra propia identidad”.
En su vestimenta, los emos toman el color negro de movimiento dark, gótico y punk, usan piercings en labios y cejas; pantalones entubados y su calzado es tenis tipo Vans o Convers.
Se distinguen por grandes melenas, con mechones de colores, flecos sobre el rostro; imitan los peinados del manga o anime japones y llevan la “emotividad” a flor de piel.
Son fanáticos de los Fotoflogs, páginas web que usan para expresarse sus estilos, emociones, sentimientos de zozobra y melancolía; o simplemente para dejar comentarios en sus fotos.
Se les critica porque en su indumentaria agregaron el rosa, como una referencia de que no tiene problemas al “mostrar sus sentimientos”.
“Somos pacíficos”, dice Miguel Ángel aunque asegura que debido a las agresiones de las que ha sido objeto, él ha comenzado a defenderse, al igual que otros emos.
Irritan hasta a los pacíficos
¿Por qué se agrede a los emos? Se dice que es por la disputa de los espacios; porque su “filosofía” de sufrimiento “irrita” hasta los más pacíficos.
Incluso se afirma que fueron los emos, en Querétaro, quienes convocaron a ser agredidos, por su sentido de autoaplicarse dolor.
Pero la violencia hacia este grupo, pareciera generalizarse en una campaña “antiemo”.
En Estados Unidos —donde surgieron—, Inglaterra, Alemania, Brasil y Chile ha ocurrido constantes agresiones hacia los emo kids.
En Internet existen más de 70 videos con alusiones denigrantes, de xenofobia, discriminación, ridiculización y agresiones físicas.
La cadena Chilevisión reportó en enero que grupo de skin haed atacó a un joven “pokemón” —como denominan a los emos Chile— por su manera de vestir. Las imágenes son brutales. Luego de amenazarlo, los skin head propinaron un par de fuertes patadas en la cabeza al adolescente que corrió para protegerse.
En foros de discusión las frases más usadas para referirse a los emos son: “afeminados”, “homesexuales”, “anormales” o “gay”; que carecen de una identidad e ideología propias y responden a tendencias estéticas y comerciales.
Ricardo González (Demencia), dirigente de La orden del Sister, un colectivo cultural del movimiento dark en la ciudad de México, opina que los emos se enfrentan a la misma situación que en los inicios del movimiento dark en la capital.
Ve con preocupación las agresiones, que se les señale como “intolerantes” y que para controlarlos se emplee la represión policiaca.
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