Bohemian Rhapsody. Freddie Mercury al infinito y más allá.
Andres González Prieto
Domingo 04 de Novimiebre de 2018

El cine es el único lugar donde se puede soñar y comer palomitas a la vez. (Yo).

La película Bohemian Rhapsody (2018), dirigida por Bryan Singer (X-Men, Galactica, Dr House) pasará a formar parte de las películas musicales biográficas o relacionadas que dejarán huella al lado de Bird,: la vida de Charlie Parker (Clint Eastwood 1988), Miles ahead: La vida de Miles Davis ( Don Cheadle 2016), y Wiplash  (Damien Chazelle 2014) una historia de la disciplina musical en búsqueda de la genialidad, por mencionar algunas de valía en los últimos 30 años.

La historia de Freddie Mercury (Farrokh Bulsara) protagonizada por Rami Malek (Mr Robot) no es en sí un homenaje a Queen sino a la genialidad de Mercury y el uso de la misma figura como un revival generacional del único estilo que le faltó demostrar a los genios, que sin lugar a dudas los inspiraron, The Beatles, el rock sinfónico a los oídos incultos de la cultura popular.

 Mercury, al igual que Morrison (Doors) Valli (Four Season) Lennon (Beatles) eran los verdaderos genios de sus respectivos grupos, su creatividad musical moraba en sus mentes con la finalidad de trasmitir, compartir sueños, frustraciones con los que se alimentan o reflejan en las mismas satisfacciones codificadas, en cada sagrada nota musical de sus obras, aun sin peculio.

 No quiero parecer hereje musical, al mencionar lo de Lennon y darle un protagonismo natural que él nunca buscó y que yo no trato de conceder, pero si MacCartney hubiera muerto, inclusive en la misma forma de Lennon, su recuerdo se añadiría a los de tantos Rock Stars fallecidos, con un poco de gloria, pero sin pena. Esto sin dejar de reconocer la grandeza MacCartiana en la composición pop del grupo beatle. Y lo mismo pasaría con Manzarek Ray, se le recuerda como el tecladista del grupo The Doors solamente, Brian May (Guitarrista) pasará a la historia   como astrofísico y como simple músico de Queen.

Lennon, Mercury y Morrison son iconos sociales, en sus respectivos campos de influencia, sus figuras, más la de Lennon, están a la par de El Che Guevara, Gandhi, Luther King, donde vidas, pensamientos, conductas. ocurrencias son veneradas como cánones de cualquier gurú o Dalai Social en la historia de la humanidad. 

La película (¡!por fin!!!) es una fantástica historia donde los guionistas, directores hacen de las suyas a veces con buen gusto, motivando   emociones, aun en   tragedias o historias tristes, esta no es la excepción. La cinta arranca carcajadas espontaneas sobre algún frío humor inglés que permiten los subtítulos y no provoca lágrimas en las secuencias más sensibles de la Rapsodia mercuriana, ser homosexual, tener VIH o dejar a los seres queridos. Divierte, entretiene y hace cantar estribillos, y al final (como si estuvieras en el wembley  stadium) en vivo,  los aplausos  del monstruo de las mil manos rinde homenaje, ¡en píe! a una cinta que desquitó la cola para comprar boletos, el no encontrar estacionamiento y los precios leoninos de las dulcerías “ De raya” ( A precios populares de la calle, anunciaban los cines antiguos, y uno respondía “ Si de la calle, de new york”)  

Sin Lugar a dudas involucrarse en los chispazos creativos de Queen no tiene precio. Ver como nuevas generaciones disfrutan de ese rock progresivo técnicamente ajeno a sus gustos y programados oídos donde el reagegeton mueve mecánicas conciencias, tampoco tiene precio.

Ver, sentir, como el rock ocupa el interés nuevamente de nuevas generaciones y Queen es el conducto, como Luis Miguel del Bolero Romántico tampoco tiene precio.

Sentir como la tolerancia sobre aspectos de diversidad sexual no molestan ni hieren sentimientos ajenos; en tiempos no muy lejanos ver besarse a dos hombres en una película, (o en la butaca contigua) era para abandonar la sala, ahora no sucedió nada y las respetables ligas de la decencia al ritmo de “We will rock you”  “ Tun-tun, pah, Tun tun Pah” hicieron caso omiso de la xenofobia   cada día más obsoleta e injustificable.

La película, además de entretener y cumplir la misión de ser una válvula de escape al stress cotidiano de nuestra violenta y paranoica vida social, es un canto a la libertad, a la igualdad, y una muestra que “El respeto al derecho ajeno, es la paz, aún en el cine” Es Cuanto.

 

 

 
 

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