Cajeme cumple 91 años de vida municipal este jueves 29 de noviembre. Es difícil celebrarlo en el momento más terrible de una trayectoria histórica que ha tenido grandes episodios de logros colectivos y hoy está inmersa en una espiral de violencia trágica e inenarrable.
Las épocas idealizadas donde todo parecía ser crecimiento económico, bienestar social y la edificación de "la ciudad más limpia y ordenada del Noroeste" han quedado atrás, sepultadas en la nostalgia diluida con el paso de las generaciones que vivieron esos tiempos.
Ya no es referencia ese "Cajeme tan rico donde hasta el más chico tiene su tostón". La nueva nostalgia, el recuerdo añorado de un tiempo ido e irrecuperable está anclado en años más recientes que hoy recordamos como un "paraíso perdido" o el Cajeme que se nos fue.
Sí, no hay que retroceder mucho, sólo hasta los primeros años de este siglo y milenio, del 2000 al 2006, cuando ya había problemas económicos y sociales pero se respiraba aún la seguridad social que hoy no tenemos; esos años parecen época de paz comparados con la cruenta guerra que se desarrolla en las calles de Cajeme y afecta ya a miles de familia.
Sin caer en las trampas de la nostalgia, reconociendo que hasta el 2006 hubo hechos de violencia extrema, esos actos eran aislados, relevantes por su baja frecuencia. La ciudad se movía a un ritmo lento y estable. La drogadicción ya era preocupante pero aún estaba lejos del nivel actual. La seguridad aún era un valor compartido. Los jóvenes recorrían la calle Miguel Alemán las noches de fin de semana mientras sus padres dormían tranquilos.
Hoy esos valores sencillos parecen perdidos quién sabe si para siempre. El Cajeme pacífico, seguro, de hace 12 ó 15 años, se nos fue.