Benditas improvisaciones médicas
Raúl Héctor Campa García
Miércoles 20 de Febrero de 2019

En ocasiones la atención a pacientes, fallidas o no, son noticias que se vuelven la “comidilla de la comentocracia”. El acto médico en esencia, no tiene la intencionalidad de hacer daño; en base al principio Hipocrático de: Primun Non Nocere (lo primero es no hacer daño).

Los médicos nos formamos, en universidades que cuentan con Facultades o Escuelas de Medicina y en hospitales de enseñanza, con base a este principio.

Hace uno días, se hizo viral una noticia, que degeneró en amarillista, cuando un médico, bien intencionado, al no contar en ese momento con un casco cefálico – por tener ocupados los existentes, con otros niños-, para oxigenar mejor a un Recién Nacido (cascos fabricados con plástico transparente, que cubren nada más la cabecita de los niños), utilizó un improvisado casco, con la mitad de un garrafón de los que venden con agua, fabricado con el mismo material (plástico), aunque un poco más delgado. Con eso, el médico resolvió el problema y bien (a pesar de la “chicanada”).

Los médicos que hicimos el servicio social en una agreste serranía, poco comunicada (allá por los años setentas o antes) ¿Cuántas veces tuvimos que improvisar, por no tener recurso o insumos suficientes, para otorgar la atención a los pacientes, en esos lugares alejados de un centro hospitalario, de segundo o tercer nivel?

Atender un parto, sin tener a la mano una incubadora o una cunita térmica, donde los centros de salud – en aquellas fechas- solo contaban con luz hasta la doce de la noche, porqué hasta esa hora, funcionaba una planta de luz, para todo el pueblo o en una alejada ranchería. Nos alumbrábamos con un foco de mano de baterías, o la tenue luz de una lámpara de petróleo o veladoras. Para que no se nos “enfriara” (no presentara hipotermia) el bebé, lo envolvíamos bien, y alrededor poníamos algunas botellas ya sea de suero o de refrescos, llenas con agua caliente, con mucho cuidado. Y más cuando era un niño prematuro o un niño infectado (séptico).

Aquel niño nacido por parto natural, en la Sierra Tarahumara, atendido por sus mismos padres en la cueva donde habitan, le cortaron el cordón umbilical con un cuchillo casero y ligaron el mismo con una correa de sus huaraches. A los 15 días de nacido, “bajan” al pueblo, acuden al centro de salud para la atención del niño en estado grave (rígido como una tabla). Diagnóstico: Tétanos neonatal. Los padres se niegan a que se traslade a la ciudad más cercana del pueblo (Parral, Chih.), para atención especializada; se tuvo que atender allí mismo (solo el pasante de medicina y la enfermera en servicio social), se le realizó una venodisección, para aplicar un catéter venoso y pasarle líquidos y medicamentos y a los días (afortunadamente) alimentarlo con sonda oro o nasogástrica… (Fuente: Campa-García, R.H. De la muerte a la vida. Novela pag.142. Cd. Obregón, Son. 2017).

Bajar a una mujer embarazada en trabajo de parto prolongado y difícil, desde una ranchería, en lo alto de una montaña, hasta el camino de terracería, improvisando una camilla, con el mismo catre donde esta postrada, con cuatro hombres, 2 a cada extremo para llevarla a un centro de salud, cercano.

Aplicar un sello de agua, en un paciente con derrame pleural; una paracentesis, en otra pacientita con ascitis por cirrosis hepáticas o aquel paciente que nos llega de noche con una oclusión intestinal, sin contar con una simple radiografía o elementales exámenes de laboratorio, para descartar una oclusión mecánica o metabólica (íleo), y no había manera de trasportarlo con urgencia, porque la avioneta llegaría hasta en la mañana. Afortunadamente fue un íleo metabólico, que se resolvió con soluciones intravenosas y una sonda nasogástrica gruesa, para drenar los intestinos y no hubo necesidad de su traslado. El paciente mordido de víbora, con la pierna bastante edematizada, con riesgo a perder el miembro por necrosis, pero que lo ayudábamos, en aquellos tiempos, haciéndoles múltiples y pequeñas incisiones para evitar complicaciones, y enviarlo (si se podía al hospital más cercano). Todos los médicos, que realizamos el servicio social en comunidades muy alejadas, tenemos muchos que contar, no solo de éxitos, si o también de fracasos, pero esto último no llevaban ese propósito. Pero Si la intención de Primun Non Nocere.

Ojalá, que todos los médicos que laboran en Instituciones de Salud, contaran con todos los insumos, para ofrecer una mejor atención a los pacientes, con la seguridad que da el conocimiento, evitando enlo posibles, los riesgos para ambos, en especial para el paciente. Aunque el trabajo médico, también es un riesgo. Pero gana más un político, que estos luchadores anónimos… para muchos.

Aplaudo lo que hizo el médico de Magdalena, Sonora, porque ese improvisado “casco cefálico” hecho con la mitad del garrafón, unido al catéter de oxigeno (como se observa en la fotografía que sale en los medios), ayudó, a ese Recién Nacido a oxigenarse mejor.

No estoy de acuerdo con nuestra gobernadora (Sonora), de que, por ese hecho, y “quedar bien” con quienes desconocen el fondo de este suceso, despidan a la Directora de ese centro de atención medica comunitaria, es una desafortunada actitud de las autoridades. Una decisión tal vez visceral o por curarse en salud, por una Bendita y afortunada improvisación correcta. El niño, hasta donde se sabe, fue dado de alta en buen estado de salud y pronto tendrá su consulta de control, de niño sano.

Quizás muchos niños vulnerables, por sus condiciones socio-económicas, no han tenido la fortuna de que los atienda un médico, como este colega de Magdalena, Sonora.

¿Los colegios médicos, que opinan?

 

#PARACAMBIARYOMEINCLUYO

 

Dr. Raúl H. Campa García

Pediatra.

Cd. Obregón, Son. 20 de febrero de 2019.

 
 

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