La vida no es la uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla. Gabriel García Márquez.
Ya pasó un cuarto de siglo del magnicidio de Luis Donaldo Colosio y los recuerdos que vuelven a mi memoria son:
La tarde de aquel miércoles 23 de marzo escuchaba la radio XEKE en la casa de Guelatao 912 en Navojoa, luego de haber concluido una jornada laboral en el primer periódico en que trabajé, Nuestro Tiempo, propiedad de Alejandro González Izábal.
No recuerdo bien si en ese momento había música o un programa del finado Carlos Córdova Guirado, lo cierto es que de pronto anuncian que en la línea telefónica estaba el activista Federico Lagarda con la lamentable noticia.
“Acaban de herir al candidato en Tijuana, estoy viendo las imágenes por la televisión”, compartió el dirigente de la entonces Unión de Usuarios. Como no tenía tv, me tuve que trasladar a la casa de unos parientes por la calle Jiménez.
Y efectivamente, ahí estaba al aire Jacobo Zabludosky Kraveski con la narración del hecho en voz de la conductora Talina Fernández y de ahí no me despegué hasta que el periodista de la corbata negra concluyó la transmisión.
También recuerdo la algarabía que había en la ciudad porque en la unidad deportiva, el candidato priista cerraría su primer etapa de campaña con un evento tumultuario, que según los organizadores, convocaría a 100 mil personas.
La cita era el viernes 25 por la tarde y la preparación estaba con todo. Esa mañana muy temprano fui a hacer ejercicio a la unidad deportiva y observé cómo se acomodaban miles de sillas blancas y se instalaban gradas metálicas.
Atado de las instalaciones del estadio Manuel “Ciclòn” Echeverría, desde lejos se podría ver un globo aerostático de color blanco con la leyenda a colores de Colosio Sí y apenas se veían los inicios para la construcción del templete.
Cuando regresé al día siguiente por mañana, constaté que todo fue desmontado tan rápido unas horas antes, que ni huellas habían quedado de lo que sería el evento. Ni sillas, ni estructuras ni el globo sobre el estadio.
De esa campaña conservo un destapador con la leyenda de Colosio en letras negras, que días después nos obsequió a varios reporteros el doctor Manuel Morales Aguilar, quien era el líder del priismo navojoense.
Luego vino el humor negro popular a manera de explicación del magnicidio de 1994: “Primero muerto que estar en Navojoa”, contaban con jocosidad que había expresado el magdalenense en vida.