AL BAT: La Liga de los Jugadores
Jesús Alberto Rubio / beisrubio@gmail.com
Domingo 25 de Mayo de 2008
A partir de 1880 hubo más de 200 equipos independientes de negros que jugaban en todo EU.
Sólo unos cuantos jugadores negros pudieron jugar en equipos completamente blancos y la Liga Internacional permitió brevemente jugadores negros en sus clubes como política de la liga.
En 1887, sin embargo, ese circuito prohibió la admisión de más jugadores negros, aunque permitió que los jugadores que ya tenían contrato continuaran jugando.
De ese proceso histórico, como noble rescate/homenaje, debo citar a dos notables jugadores: George Washington Stovey y Frank Gant, los más grandes pítcher y segunda base de aquella centuria, respectivamente.
Por su grandeza, merecen un capítulo especial.
Hoy, para dar un descanso a la temática de aquellos pioneros negros del béisbol de EU y antes de arribar a la formación de la primera Liga Negra fundada por Rube Foster, abordaré el acontecer de aquella naciente Liga Nacional del siglo 19:

Perro, come perro
En aquellos días la Liga Nacional representaba la honestidad y los buenos negocios.
Hoy día, son sólo dólares y centavos.
“Antes solamente se preocupaba por la sublimación del deporte y su exhibición. Hoy su vista está fija en el torniquete. Los jugadores se compran, se venden y se intercambian como si fueran ovejas”: John Montgomery Ward.
Ward, el segunda base de los Gigantes de Nueva York, era una rareza entre los jugadores. Graduado en la escuela de Leyes en la Universidad de Columbia y en una época en la que los trabajadores en todas partes batallaban en sus derechos, estaba dispuesto a enfrentarse a los dueños de los equipos en sus propios términos.
Públicamente denunció la cláusula de reserva que entonces frenaba a los peloteros en su petición de escoger a su equipo de preferencia para jugar y los obligaban a aceptar el sueldo que los dueños estaban dispuestos a pagar.
“No hay escape alguno para el jugador. Si trata de eludir el cumplimiento de la norma inmediatamente se convierte en un profesional fuera de la ley y el poder de cada club organizado está en su contra.
Como la ley contra los esclavos fugitivos, la cláusula de reserva les niega un recurso o una manera de ganarse la vida y lo regresa amarrado y esposado al equipo del que intentó escaparse. Tenemos entonces el resultado curioso de un contrato que aparentemente es por siete meses, pero que lo ata por toda su vida profesional”: Ward.

En una reunión en Nueva York, Ward ayudó a fundar la hermandad de jugadores profesionales de beisbol. Fue el primer intento de peloteros para organizarse y estaban decididos para abolir la odiada cláusula de reserva.
Pero, Alberto Goodwill Spalding y los otros propietarios, no cedían ni un centímetro.
En 1889 trataron de consolidar aún más su poder al poner un techo al salario máximo: 2,500 dólares, añadiéndole el insulto a la injuria cobrándole a los jugadores el alquiler por el uso de los uniformes. Fue la gota que derramó la gota.

Liga de Jugadores
Contando con la ayuda de futuros dueños de equipos, Ward y la hermandad comenzaron una nueva Liga: La de los Jugadores. (The Players' National League of Professional Base Ball Clubs).
Al principio, les fue bien. 56 de los mejores jugadores dejaron sus equipos y se les unieron llevando consigo a sus seguidores.
“Estoy de acuerdo con la guerra sin cuartel. Quiero pelear hasta que uno de nosotros caiga muerto. De ahora en adelante, será un caso de perro come perro y el perro que tenga tendencias más sanguinarias, sobrevivirá”: Spalding.
El famoso magnate contraatacó rebajando el precio de las entradas para igualarlos con los de la Liga de Jugadores y amenazando con poner en la lista negra a cualquiera que se atreviera jugar con su enemigo y simultáneamente trataba de sonsacar a los estrellas de la nueva liga con sobornos.
Jim Kelly, por ejemplo, no aceptó 10 mil dólares. “Necesito el dinero, pero no puedo fallarle a los muchachos”, le contestaría a Spalding.
Desafiante, la Liga de los Jugadores, seguiría adelante.
Pero las tres ligas: la Nacional, la de los Jugadores y aquella de la cerveza y el whisky, comprobaron ser demasiadas. La asistencia decayó en todas.
Finalmente, no obstante su precaria situación económica, Spalding hizo su última jugada y demostrando una confianza que no sentía, demandó una rendición incondicional.
La Liga de los Jugadores no podía seguir sosteniéndose.
A finales de la década de 1890 había perdido 340 mil dólares, más de lo que sus inversionistas estaban en capacidad de pagar.
La nueva liga se desmoró. La hermandad de Montgomery Ward fue aplastada y la cláusula de reserva se mantuvo firme en su lugar Los peloteros quedaron aún más indefensos.
Los Red Sox, de Boston, fueron campeones de ese circuito.
(Continuará).
 
 

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