La larga ruta de la calle 5 de Febrero
Alejandro Mungarro Daniels
Viernes 30 de Agosto de 2019

Don Miguel Mejía Alvarado escribió en su libro Cajeme de Ayer, emulando el lenguaje de García Márquez, que la Cinco de Febrero era la calle más larga del mundo.

Cabe decir que cuando él hizo la evocación de esta calle, su colindancia  hacia el norte alcanzaba hasta la calle Cajeme. Hoy en día ha ganado terrero y su límite en ese punto cardinal  es  el Bordo Prieto

 Hacia el sur a  sigue siendo hasta  llegar al mar.

Pero la calle Cinco de Febrero tiene su historia, les robaremos  espacio  a los historiadores de Cajeme, entre ellos al mencionado Miguel  Mexia Alvarado, que hace reseña de algunas calles de la ciudad; trataré de agregar algunos detalles que él no menciona.

Al inicio del pueblo su longitud era la calle Allende al norte y al sur la Zaragoza.

El tramo de la Allende a la Hidalgo, desde un principio estuvo destinado a ser parte de lo que hoy es, aunque en las primeras administraciones municipales, estuvo punto de perderse este proyecto. Por  gracia de Dios también existieron buenos funcionarios que rescataron el proyecto y hoy  existe parte de lo proyectado.

De la calle  Hidalgo al sur, el terreno fue lotificado bajo las manzanas catorce, quince, dieseis, diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte y  veintiuno.

El solar número uno  de la manzana  dieciocho, esquina Sur Poniente,  fue adquirido por la familia Zaragoza, tiempo después seria vendido a la  familia Bours. El Solar número 5, fue  vendido a la familia Laborín.  En esta ubicación fue donde en 1928 se asentaron las primeras oficinas de la Municipalidad de Cajeme, al constituirse este pueblo como municipio, en noviembre  de  1927 y donde se le tomó protesta al primer cabildo de Cajeme, el primero de Enero de 1928. A ese sitio en alguna ocasión se acercó el General Plutarco Elías Calles, en los tiempos de la guerra de Renovación.

La renta de ese local  era de ciento cincuenta pesos mensuales.

Fue también en esa dirección, donde se cometió el asesinato de José Moreno Almada, el día 3 de septiembre de 1937, presidente municipal electo, faltando solo  12 días para  que  tomara protesta  de su cargo.

Contiguo a la presidencia municipal se encontraba la comandancia  de policía.

En esta dirección fue donde al  surgir la CTM, con aquella pléyade de líderes obreros y campesinos entre los que se cuentan Rafael Contreras, Matías Méndez Limón, Jesús Retamoza, Rafael H. Olivarria, Antonio Avalos y Jesús Rico, hicieron sufrir a más de un Presidente Municipal y en varias ocasiones por su fuerza los obligaron a  renunciar y en otras  no los dejaron tomar posesión.

Después del asesinato del General Álvaro Obregón,  el  17 de julio de 1928, las oficinas de la alcaldía cobrarían bastante importancia y por consecuencia en ella se daba bastante ajetreo. Con este asesinato vendría la Guerra de Renovación, que pretendía evitar que la gente del General Plutarco Elías Calles y él a la cabeza, se perpetuaran en el poder, ya que por ese  tiempo no pocos  eran de la opinión de que este  general  había  mandado matar a Obregón; por ese tiempo era común  el comentario y la pregunta de :

¿Quién mató al General Álvaro Obregón?, y el interpelado contestaba: Cállese la  boca.

Por ese tiempo, 1928, en la esquina surponiente, existía una barbería.

Cuentan que a raíz de la Guerra de Renovación y al darse los bombardeos en  la ciudad los días 25 y 26  de abril, la mayor parte de la población abandonó la ciudad y de igual manera lo hicieron los componentes del cabildo, con el consabido temor de las represalias de los callistas,  ya  que ellos habían manifestado su apoyo a los rebeldes, o sea a los  renovadores.

Data la historia que hasta esa barbería, en los momentos que al General Calles, le hacían la barba, fueron llevados dos de los componentes del cabildo; el Presidente Municipal Ignacio Mondaca y el Síndico Alejandro Méndez Limón; ahí con el poder en sus manos y  teniendo como testigos al propio barbero y algunos amigos de su hijo, el General Calles destituyó de su cargos a los miembros del cabildo presentes y con el mismo poder que hacía gala, delegó ese poder y nombró Presidente Municipal al Coronel Gustavo Dolores  Cuevas.

Varias décadas después ese sector sería considerado como un pequeño centro financiero

Casi frente a ese sector se construyó  el edificio del Hotel  Kuraika, en los lotes  23 y 24 de la manzana  15,  adquiridos en 1926 a nombre de Elia C. de Kuraica ,  por lo que su origen data de noviembre de 1926; Es a la fecha este hotel, uno de los pocos vestigios del ayer de Ciudad Obregón, quizá el único que  queda de la historia de esos años.

Treinta años después  por esa misma calle y ya  con el nombre de Cinco de Febrero, el crimen se vuelve a manifestar y la sangre vuelve a correr, también en aras y originado por motivos políticos.

Ahora el crimen sería por motivo  de las elecciones, donde se buscaba el sucesor del Sr. René Gándara, a través de los candidatos, Rafael “Buqui” Contreras y Gilberto Oroz. A raíz de ello se da la muerte del Sr. Pascual Acuña, a consecuencia de  las  balas disparadas por un soldado, el  día 2 de julio de 1958, día de las  elecciones. A consecuencia de este suceso el Presidente René Gándara no logró terminar su periodo, presentando su renuncia en forma obligada; con ello en un periodo  de 60 días se se  da paso a  dos interinatos en la presidencia municipal.

Precisamente en el lugar donde se cometió este crimen se ubica el  hotel Kuriaca, como se dijo, que quizá sea el único vestigio del nacimiento de  Cajeme, dado que en cuanto a esto, ninguna autoridad a lo largo de la existencia del municipio ha tenido la preocupación de salvaguardar vestigios de la historia de Cajeme y principalmente de Ciudad Obregón. 

Todavía existen testigos, que aseguran haber visto el cuerpo de Pascual Acuña y lo ubican entre el Hotel Kuraica y las oficinas de Correos y Telégrafos, que funcionaban  en  ese  sitio antes de trasladarse al lugar donde  hoy se encuentran.  

Esa misma acera, esquina con No Reelección los últimos tres solares, fueron adquiridos en 1926 por el Sr. Jesús B. Islas  y el lote 34 por el Sr. Arturo Morales, quien después adquirirá los del Sr. Islas, lugar donde por muchos años existió un supermercado con esa firma, Mercado Morales. 

La acera poniente entre  Guerrero y No Reelección, todo ese sector fue adquirido por cinco  familias, entre  las que se encontraban  Elena Stille de Beycley, David J. Dabdoub, F. Yun  Kay.  Lic. .Ernesto  Comou y Daniel de la Torre, este último llegaría a ser  presidente Municipal.

Por la misma  calle  Cinco  de  Febrero, exactamente en la manzana  20  se encuentra el mercado municipal; en la actualidad muy diferente a sus orígenes que datan del año 1942, cuando fue construido en la administración del profesor Heriberto Salazar y que en la administración de Faustino Félix tercero, fue remodelado y con ello se le dio una total transformación, donde perdió su encanto y dio paso a la modernidad, en lo que algunos críticos de la arquitectura lo señalan como un edificio lleno de cajoncitos, en lo que se perdió también el aroma del café y del menudo,  la costumbre de asistir  en las horas tempranas del día a disfrutar de estos, con amenas platicas de amigos. Acabando así con la identidad de pueblerino.

Delante de la calle Galena, está el hotel Ceceña, donde estuvo  hospedado aquel investigador privado que fue contratado en 1953  para dar con el asesino intelectual del Machi López y que en sus  banquetas día y noche la gente esperaba  que este diera  avance  de sus investigaciones, las cuales nunca llegaron.

Casi en contra esquina de este hotel el Sanatorio Montes de Oca, considerado en sus tiempos como el mejor hospital de Cajeme, despareciendo este y después sus instalaciones fueron aprovechas  para en ella instalar una escuela preparatoria particular, llamada  Benito Juárez y  siendo  un espacio ubicado en el primer cuadro de la ciudad, en la actualidad esta convertida en un enorme  baldío, que da  cuenta con ello de la situación económica que  atraviesa la  ciudad

 

La población en Cajeme crecía y esta calle se extendería por los cuatro puntos cardinales, la población hacía necesario espacios educativos y en la administración de Matías Méndez Limón  se  construye  la escuela Cajeme,  la cual funciono ahí, hasta el año de 1970, cuando fueron demolida sus construcciones y dar  paso y ser patrimonio del Instituto Tecnológico de Sonora, que a la fecha ocupa  el área comprendida de la calle Seis de Abril a Doscientos, Cinco de febrero a la calle Chihuahua.

Años a antes  de eso funciona  por esa calle las  oficinas de  Hacienda y Crédito público, después estas mismas instalaciones albergaría las oficinas administrativas del IMSS.

En el año de 1945 llego a  Cajeme  un hombre dedicado a la ciencia, la investigación, Ingeniero Agrónomo Genetista, filántropo, humanista, a quien hoy se le considera el padre de la agricultura  moderna  y de la llamada revolución verde, investigando mejores métodos  de  siembra y producción para contribuir a la lucha contra el  hambre  en el mundo. Durante varias décadas realizo sus investigaciones en Cajeme, en el valle del Yaqui y  en el año de 1970  se le otorga  el Premio Nobel de la Paz. Este hombre es  Norman E. Bourlaug.

En la administración del Sr. Javier  Robinson Bours, uno de las personas  que mas  a contribuido al  bienestar y el crecimiento del municipio y a  a iniciativas del Club de Leones se le asigna  a la calle Cinco de  Febrero al sur,  a partir del la calle  Rodolfo Elías Calles,  el nombre de Norman E. Borlaug.

En ese crucero de Boulevard Rodolfo Elías Calles y Norman E. Bourlaug,  se localiza el ITSON, la Escuela Secundaría José Rafael Campoy y el Teatro Oscar Ruso Voguel, construido en la administración de Don Ángel López Gutiérrez.

El teatro del Itson, fue durante muchos años el límite de la ciudad hacia el Sur, existiendo como lindero, quizá la calle más corta de la Ciudad, Calle Carlos Connat.

Con el tiempo este tramo de la 200 a la 300 se instalan empresas dedicadas al comercio de vehículos y maquinaria agrícola. Casi a mediados del Boulevard Rodolfo Elías Calles y Boulevard Ignacio Ramírez, a principio de los años sesenta se dijo que  estaría en ese lugar el hospital del seguro social, y hasta se iniciaron las  construcciones,  mismas que quedaron abandonadas  y durante mucho tiempo sirvieron de centro de recreo y  hasta de vagancia  de muchos  adolecentes. También contaban las lenguas malas, que esas ruinas fueron ocupadas por diferentes cuerpos policiacos, para ahí realizar “sus investigaciones”.

Por la acera Poniente de  esta calle, existieron cientos de árboles, que daban una magnifica vista a este espacio. En aras del progreso la  autoridad municipal un mal día ordenó su tala.

En el tiempo de que en Cajeme era rico y donde hasta el mas chico ganaba su tostón, en los meses de junio a septiembre, la calle Cinco de Febrero y  Calle Trescientos era una ebullición, casi comparado como un pueblo ambulante, donde cientos o miles de personas se asentaban durante unos tres meses, aprovechando las piscas de algodón. Con  instalaciones de fondas, restaurantes, merolicos, cines de húngaros y el canal que está en forma paralelo de la trescientos se convertía en el lavadero de ropa y a la vez en la alberca más grande del mundo.

Cientos de hombres, mujeres y niños, familias enteras, dormían a la intemperie  bajo el cielo estrellado y sin más cobija que su herramienta de trabajo: Una “saca” de lona para piscar algodón.

En esos tiempo y en esos días antes del alba, el algarabío de la gente venida del sur, además de la local que también se  concentraba en eses lugar,  aviándados con “la saca”  y en ocasiones una bolsa con lonche en el hombro, buscaba iniciar el día, tratando de adivinar, cual de aquellos hombres que ofertaban mejores centros para ira a pizcar, decían la verdad.

Los encargados de llevar a los pizcadores lo hacían en en camiones de carga, de doble propósito, es decir llevar gente y luego que estas pizcaran  el producto, llenar los  camiones y llevarlos al despepite. Los encargados de llevar gente a los campos hablaban gritando y disputándose  la mano de obra: Súbanse aquí, vamos al campo de la  Viuda a cuarenta centavos el kilo; otro por allá  gritando, vamos  con los Borquez, treinta centavos pero está bien cargado; Aquí, aquí, con los Ramos, les daremos agua y pastillas de  sal para lo asoleado 

Esos son los tiempos de  cuando  cuenta la leyenda  que en Cajeme, hasta el más chico ganaba su tostón.

La calle  cinco de Febrero, después Normas E., Boorlaug, larga, larga,  hasta llegar al Ciano, Tecnológico de Monterrey, y luego seguir al sur, al infinito sur, hasta  llegar al  Mar, al Infinito  mar. 

Siempre la clase política, busca dejar huella, otras veces sin  buscar la deja, los que saben huellear, saben si es buena o mala, de ahí que la puedan seguir o no. Referente a la calle Cinco de Febrero algunos políticos, han influido en el cabildo de Cajeme, para cambiar su nombre, unos lo  lograron, otros quedaron en el intento.

Desde el nacimiento del pueblo de Cajeme, a esta calle se le llamó  Calle Durazno, fue en la administración de Matías Méndez Limón, que el  cabildo, analizando que esta calle, siendo una de las principales  de la ciudad, y por ese tiempo la mas comercial, se llegó al acuerdo de  cambiarle el nombre  por el que actualmente  se le conoce, Cinco de Febrero. Como homenaje a la fecha que se promulgó la carta magna, conocida también como la Constitución  política de los Estados Unidos Mexicanos; Después  vendría la asignación de  Norman E. Bourlaug , partiendo de la calle Rodolfo Elías Calles hacia al Sur, esto en la  administración de  don  Javier Robinson Bours.

En  la administración de  Javier  Lamarque Cano, se intentó asignarle el nombre de Vicente Padilla Hernández, al tramo de calle entre Hidalgo y  Allende.

También en la administración de Manuel Barro Borgaro, hubo una propuesta, de quitarle el nombre a la parte  sur de esta  calle, o sea el de Norman E. Boulag y dejar el de Cinco de Febrero, en toda la extensión de esta calle.

Ninguna de estas dos  últimas propuestas tuvo aprobación.

 

 

 

 
 

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