I.- Fue un concierto sublime que hizo vibrar a los mexicanos reunidos en la Plaza de la Constitución o Zócalo de la capital de la República, y ahora estado número 32 de nuestra Federación o Estado Federal, para escuchar a la orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, al Coro Filarmónico de la UNAM y al Coro de la secretaría de Marina, interpretar la música de Ludwing van Beethoven (1770-1827): la Novena Sinfonía, el marco musical de El Himno a la Alegría de Friedric Schiller (1759-1805).
Los espectadores –nos informó Lourdes Zambrano (Reforma: 24/XII/18)– como quienes lo vivimos, solicitaron que la orquesta dirigida por Scott Yoo repitiera la conmovedora interpretación que tuvieron como solistas la mezzosoprano María Luisa Tamez, la soprano Gabriela Herrera, el bajo Carsten Wittmoser y el tenor Alan Pingarrón. La plaza con 2 mil 500 sillas tuvo de pie a miles de espectadores más que escucharon emocionados, las casi dos horas del festival que honró a esos dos poetas: Beethoven y Schiller. Y su obra enriqueció el sentimiento de los oyentes que aplaudieron entusiasmados el venerado espectáculo.
II.- En la Novena Sinfonía, el coro cantó lo que Schiller simplemente tituló: A La Alegría, que se publicó en 1786. Su lectura entusiasmó a Beethoven y de inmediato compuso la música. Ambas fueron un himno a la libertad, como anunciando la Revolución Francesa de 1789 que proclamó la fraternidad, la igualdad y la libertad; el tríptico que apuntaló a los nacientes derechos del hombre y del ciudadano. Esta historia se encuentra en el extraordinario Diccionario de la Revolución Francesa de Francois Furet y Mona Ozouf. Y el poema A La Alegría, en traducción al español de Martín Zubiría, en el libro: Lírica del Pensamiento de Friedrich Schiller, que es una edición-antología bilingüe (edición Hiperión). Y de Beethoven hay innumerables ediciones de su Sinfonía, conocida como La Novena. Y que para clausurar el 34 evento del Festival del Centro Histórico, fue un memorable acontecimiento cultural, anunciado como “la sinfonía del pueblo, la sinfonía de la paz”. En una pantalla rectangular, conforme cantaba el coro, apareció la traducción del poema de Schiller. Así que los espectadores leían y escuchaban la música y las voces (me pareció tener a un lado al amigo-compañero, Miguel Ángel Granados Chapa, amante de esa música).
III.- La crónica de la reportera Lourdes Zambrano es una puntual narración del evento con su mensaje universal… “Los seres todos alegría beben… y un amigo probado hasta en la muerte… ¡salvación de tiránicas cadenas!... alegría es el muelle poderoso... alegres, tal como sus soles vuelan, por el brillante prado celestial, haced vuestro camino, oh hermanos, ufanos como un héroe va a triunfar”. Estos versos del himno se escucharon en la acústica del anochecer y los presentes nos llenamos de alegría: “Que aflicción y pobreza se presenten, para alegrarse con quienes se alegran, que rencor y venganza ya se olviden, y al mortal enemigo se perdone: ninguna lágrima apremiarlo debe, ningún remordimiento atormentarlo”.
Ficha bibliográfica
Friedrich Schiller. Lírica del pensamiento. Hiperión
Rüdiger Safranski. Schiller o la invención del idealismo. Tusquets
Maynard Solomon. Beethoven. Javier Vergara
Marion M. Scott. Beethoven. Salvat
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