¿Campaña contra López Obrador?
Jorge García E.
Miércoles 25 de Marzo de 2020

López Obrador tomó el poder que le otorgó el casi 70 por ciento de votantes. La mayoría adisgusta con el modelo económico que beneficiaba  al capital. Esto visto desde cualquier forma legal e ilegal. Esta mayoría creé abiertamente en las estampitas con imágenes  desde la virgen de Guadalupe hasta una infinitud de “santos y vírgenes”. Lo cual no es nuevo en un pueblo donde alrededor del 90% se declara católico. 

El presidente ha recorrido el país como casi ningún mexicano. Conoce el fervor religioso y dentro de él sabe que el comportamiento de una mayoría de la sociedad que votó por él, se basa en la fe:  desde las imágenes, amuletos, familia y en especial a las madres de familia. Entonces no es raro que en sus discursos se dirija a ellos con el lenguaje cotidiano fundamentado en estos mismos símbolos.

Estos símbolos sirven para canalizar el miedo a lo desconocido así como para modificar un comportamiento. Alguna parte de la sociedad no creyente en estos símbolos les parece “ridículo” y “payaso” que el presidente utilice este lenguaje para intentar modificar la conducta de los delincuentes o intente crear confianza en la población para los imponderables como podría ser la infección del coronavirus de la actualidad. Cundo el presidente les dice a los a las madres de los narcos o adictos que lo ayuden a disminuir la violencia. Causa sorpresa porque recurre a armas  morales, cuando la mayoría de los países utiliza violencia  en todos sus niveles. 

Cuando utiliza imágenes que saca de su cartera para decirle a la población que tenga confianza porque detrás o al lado de las medidas necesarias, hay una imagen que los cuida. Utiliza la forma de muchos mexicanos de afrontar todos los días la violencia. Y no estoy seguro, que a todos ,pero si esta medida hace que algunos ciudadanos moderen su forma de comportarse ante las adversidades, más allá dela violencia. Entonces es válido el discurso. A final de cuentas lo que todos los ciudadanos queremos de cualquier gobierno es que la gente pueda salir de sus casas sin miedo. Y si estas heterodoxas medidas ayudan, habrá que utilizarlas.

Aunado a lo anterior existe la propuesta de las instituciones de hacer lo suyo desde otras perspectivas. En le caso de la pandemia del coronavirus vemos todas las noches aparecer al sub secretario  de salud Lopez-Gatell informando a la nación sobre las medidas fundamentadas en la ciencia y en la experiencia de los países con antecedentes cercanos a la epidemia. Los comentarios de la OMS y e los especialistas nacionales e internacionales sobre las medidas tomadas por la Secretario de salud en general son aprobadas. Es decir, la lucha contra las adversidades se toman a partir del discurso presidencial y la actitud  de su gabinete.

Sabemos que la forma del Gobierno de López Obrador para manejar al país dista mucho de las medidas tomadas por los gobiernos panistas y priistas. Y me refiero a Fox, Calderón y Peña Nieto.  Reguló el pago de impuestos para toda la población, quitando de esta manera los privilegios que tenían las grandes empresas nacionales y extranjeras. Clausuró la construcción del aeropuerto donde el gobierno (dígase el pueblo de México) asumiría los costos y algunos pocos las ganancias.  Detuvo la utilización de notas falsas para evadir impuestos;  descubrió y encaró el robo de petróleo llamado huachicoleo, en donde participaban delincuentes y elementos del gobierno y empresas gasolineras. Denunció el pago que hacía el gobierno a periodistas y empresas de periodistas a cambio de favores editoriales. Quitó el llamado chayote en donde el gobierno hacía pagos especiales a periodistas. Lo anterior sólo como muestra. Y lo último la suspensión de la construcción de una cervecera internacional “Constellations Brands” que iba a utilizar inmensas cantidades de agua en detrimento de la población. Los y las periodistas y el Consejo Coordinador Empresarial así como otros medios se enojaron por que la población decidió y no el gran capital. Es decir, el gobierno de  López Obrador le dio la razón a las mayorías y no a los empresarios que priorizan las ganancias monetarias en detrimento de las necesidades básicas de la población. 

Esto para quienes se sienten dueños del país ha sido un afrenta y en los medios se ha desatado una campaña  de articulistas que ridiculizan los actos  de López Obrador, y algunos ya  lo etiquetan como el peor gobierno de toda la historia. Cuando uno lee a algunos articulistas de el Universal encabezados por Loret de Mola, o algunos articulistas del periódico Reforma, uno  nota un odio, no contra las medidas políticas o al trabajo, sino a la persona y su forma de ver el mundo. 

Hay en el ambiente editorial,  una intención de descalificar al gobierno en casi todos los actos que realiza, tratándolo de loco. Y me recuerda a las estrategias de los gobiernos anteriores para quitar o privatizar una institución, llamémosle azucareras, Compañía de luz, Teléfonos de Méxcio… etc. Primero la descalifican, le quitan fondos para quebrarla y justificar su transformación en beneficio del gran capital.  

 

 

 
 

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