Me asomo a la ventana de la taquilla, allí está Mary Martínez preguntando cuántos boletos quiero, caminos unos pasos y con la vista recorro los carteles luminosos que anuncian los próximos estrenos, entro y en la dulcería compro una soda y las palomitas indispensables. Sólo hay un tamaño para ambos, así que la empleada no podrá preguntarme de qué sabor las palomitas, tampoco si quiero aprovechar por unos cuantos pesos más el tamaño jumbo.
Estoy a punto de entrar a la sala para ver el estreno de "Batman", versión fílmica de la serie que vimos de niños en la tele... En eso despierto y reconozco la realidad actual, los escombros que quedan de lo que fue un cine de la época noventera.