En espera de que llegue el mediodía y sirvan la caliente comida del Mesón Guadalupano, Roberto Arizmendi, de casi ochenta años de edad, pasa las horas en compañía de su fiel perro.
Roberto con su cigarrillo sin filtro piensa en la comida de hoy, mientras el animal se rasca la piel curtida por la sarna y dormita mientras llega el mediodía. |