Messi - Barça: El Fin de una Era
Ramón Besa / El País
Domingo 16 de Agosto de 2020

BARCELONA.- El reinado del capitán se debate entre ser el líder de la nueva generación que no acaba de despuntar o el punto y final de una vieja guardia que pereció en Lisboa.

El 10 ya avisó de la tormenta que se venía y, sin embargo, no supo poner al equipo a resguardo de la adversidad, falto de rebeldía y humanamente más frágil, la cabeza gacha cuando pierde y erguida cuando gana, siempre consentido en el Camp Nou.

Nadie ha tenido en cuenta sus desplantes ni nepotismo sino su capacidad para aguantar individualmente los distintos carteles del Barça.

 

Carteles de cartón piedra

Alrededor del rostro del mejor jugador del mundo y seguramente de la historia, se ha aguantado el póster del mes que un club, el cartel del “mejor equipo del mundo” e incluso el eslogan del “estilo del Barça”.

El cuerpo de Messi ya no aguanta más la propaganda del club y, para su propio currículo, necesita decidir si juega o camina, si se rinde o se reivindica, si está o se va, condicionado por un contrato que le permite negociar a partir de enero su futuro dentro o fuera del Camp Nou.

Al rosarino, de 33 años, le conviene marcar distancias respecto a un vestuario viciado, el más viejo y mejor pagado de Europa, responsable también de la decadencia.

A un capitán se le exige que no señale a los que aborrece y se retrate con los que le gustan, amigos como Luis Suárez, Jordi Alba o Arturo Vidal, sino que se gane a los disidentes y cosa al vestuario con los que llegan para regenerar al equipo, futbolistas consagrados como De Jong o Griezmann o que han hecho carrera en el club, pocos como Ter Stegen.

El vestuario es ingobernable desde que no solo impuso los hábitos de convivencia sino también de juego a diferencia de cuanto ocurrió con entrenadores intervencionistas —Cruyff o Guardiola—, hábiles —Luis Enrique— o pragmáticos —Valverde.

El ecosistema generado alrededor del 10 limita la operatividad de cualquier entrenador y secretario técnico, confundido como está Bartomeu.

El presidente se equivocó cuando creyó que el fútbol era simplemente una cuestión de jugadores, un error tremendo si se tiene en cuenta el historial del Barça. No se trata simplemente de contratar a un técnico que tenga el aura de Jasikevicius.

El baloncesto no tiene nada que ver con el fútbol y el Palau no es el Camp Nou. El problema del Barça es estructural y, por tanto, afecta a los distintos departamentos del club, incluso a los inmaculados, habitualmente distinguidos por la misma FIFA.


 
 

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