Immanuel Kant (1724-1804): Dos prólogos a la Crítica de la razón pura
Alvaro Cepeda Neri
Viernes 02 de Octubre de 2020

Ex Libris

I.- La primera vez que escuché algunos comentarios sobre Immanuel Kant, fue de boca de Federico Osorio Altúzar, siendo éste alumno de Teoría del Conocimiento y de Ética, del maestro y pensador: Guillermo Héctor Rodríguez (1910-1988).

A las magistrales cátedras de éste asistí, para completar el pensamiento kantiano; primero, indirectamente en textos como el de Manuel García Morente: Lecciones Preliminares de Filosofía y la traducción del mismo Morente a: Crítica de la Razón Pura; Crítica de la Razón Práctica y Crítica del Juicio. Más su texto: La Filosofía de Kant. Todos publicados por editorial Victoriano Suárez. Empero, fue necesario ir directamente a la obra de Immanuel Kant, como la Crítica de la Razón Pura (Alfaguara), con prólogo, traducción, notas e índices de Pedro Ribas, en donde aparecen los dos Prólogo del mismo Kant.

De los que me ocupo muy superficialmente solo para motivar una concienzuda lectura del nacido y muerto en Konigsberg, desde donde saludó la creación de los derechos humanos con la Revolución de 1789 en Francia. Al grado de ese día no salir a dar su caminata vespertina, con la puntualidad tradicional, esperando mayor información sobre Los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que había alumbrado La Revolución Estadounidense.

II.- Estos Prólogos son una introducción transcendental para estudiar la obra magnum de Kant, el pensador más original desde la Atenas de la ilustración de la Sofística, hasta llegar a la Escuela de Marburgo (Hermann Cohen, Cassirer, Natorp, etc).

El Prólogo a la primera edición de la Crítica de la Razón Pura, es de 1781, donde establece “un llamamiento a la razón para que de nuevo emprenda la más difícil de todas las tareas: la del autoconocimiento. Y por otra parte, para que instituya un tribunal que garantice sus pretensiones legítimas y que sea capaz de terminar con todas las arrogancias infundadas, no con afirmaciones de autoridad, sino con las leyes eternas e invariables que la razón posee. Semejante tribunal no es otro que la misma Crítica de la Razón Pura”.

Y agrega: “Para lograr un conocimiento detallado no necesito buscar lejos de mí, ya que lo encuentro en mí mismo”. O para decirlo con los versos inmortales de Schiller: “No está afuera, ahí lo busca el loco, está dentro de ti; tú lo creas perennemente”.

Y sigue Kant: “Todo conocimiento que quiera sostenerse a priori, proclama por sí mismo su voluntad de ser tenido por absolutamente necesario”.

III.- El Prólogo a la segunda edición, es de 1787, donde se asienta: “La matemática ha tomado el camino seguro de la ciencia desde los primeros tiempos a los que alcanza la historia de la Razón humana y en el admirable pueblo griego”.  Y la lógica, empero, no ha encontrado el camino seguro de una ciencia, para solamente “caminar a tientas”. Y así es que la lógica haya sido “capaz, hasta hoy, de avanzar un solo paso”.

Por lo que “la razón sólo reconoce lo que ella misma produce (lo que ella crea)... la razón tiene que anticiparse con los principios de sus juicios de acuerdo a leyes constantes y que tiene que obligar a la naturaleza a responder a sus preguntas... La debe abordar la naturaleza llevando en una mano los principios según los cuales sólo pueden considerarse como leyes los fenómenos concordantes, y en la otra, el experimento que ella haya proyectado a la luz de tales principios”.

Los dos prólogos son una explicación de necesaria lectura y estudio para introducirse a la Crítica de la Razón Pura. 

 

Ficha bibliográfica

Immanuel Kant. Crítica de la razón pura. Ediciones Alfaguara, S.A.

 
 

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