Usted es el máximo ganador de la LMP con 182 victorias. ¿Qué nos dice al respecto?
Así es. Es, es una buena cifra de triunfos, pero los récords se hicieron para romperse, pero creo que van a batallar un poco para llegar a la marca ya que las temporadas de invierno son muy cortas.
En la LMP al mejor pitcher se le entrega un trofeo el cual lleva su nombre. ¿Qué significa para usted tal distinción?
Es otra de las satisfacciones que me ha dado el béisbol, gracias a mi Dios que me ha ayudado bastante y a mis padres que me dieron la vida, como quien dice es el “Cy Young” mexicano y el pitcher que lo gane será gracias al esfuerzo realizado y quedará como un recuerdo para mostrar a sus hijos y nietos y a todos a los que les guste el beisbol.
Usted participó en la primera Serie del Caribe realizada en México en 1974 (Hermosillo). ¿Qué es lo que más recuerda de ese clásico?
Bueno, fue una serie muy bonita; por cierto en esa serie participaron dos equipos de México, Venados de Mazatlán representando a nuestro país y los Yaquis” de Cd. Obregón, al no venir Venezuela.
Formé parte del equipo Yaquis y recuerdo que estaba lanzando juego sin hit ni carrera ante los Venados, rompiéndose el encanto en la séptima entrada; recuerdo también que fue compañero de equipo mi hermano Enrique.
¿Qué recuerda de la primera Serie del Caribe que ganó México en República Dominicana en 1976?
Llevábamos muy buen equipo, al mando de Benjamín “Cananea” Reyes.
Recuerdo que perdimos el primer juego y el “Cananea” nos dijo: “ya perdimos el juego que íbamos a perder; todos los demás los vamos a ganar y vamos a ser campeones”.
El decía las cosas con mucha seguridad; tenía un don para manejar y todo mundo lo respetaba, como respetamos a todos.
Por eso, si no es el mejor manejador mexicano, es uno de los mejores.
¿Qué le significa el nombre Héctor Espino?
Mira, el escuchar ese nombre ya sea en Estados Unidos, en Japón o en cualquier otro lugar, hay que quitarse el sombrero por que fue un gran bateador, una gran persona y como amigo ni se diga. Tuve el gusto de haber jugado con el algunas veces y para mi fue un honor estar al lado de ese gran señor.
Se que se enfrentó a infinidad de bateadores ¿Sería Espino el bateador más peligroso?
Creo que no sólo para mi, sino de todo aquel que le lanzó. Y es que al ver a Espino parado en la caja de bateo, era un respeto. Sabíamos que le lanzábamos al mejor bateador y creo que va a ser muy difícil que surja otro bateador como él.
¿Podrías comentarnos como fue tu infancia?
Recuerdo que iba al campo de los Ostioneros de Guaymas a “robar” pelotas. En ese tiempo el “Chino” Abundio era el gerente del equipo y el “Chino” Valenzuela, “correbolas”, entre los dos me correteaban y me escondía en una secundaria que estaba cerca del estadio.
Yo les “robaba” las pelotas para jugar beisbol en el barrio, no para entrar al juego; lo único que yo decía y gracias a Dios me salio cierto “algún día voy a ser como alguno de los que juegan ahí adentro… y así fue”.
¿Cómo se inicia en el beisbol profesional mexicano?
Bueno, yo soy de Santa Rosalía, B.C. S., y me vine muy joven para Guaymas donde empecé a hacer mis “pininos”.Primero en segunda y primera fuerza y ahí jugando con la Marina, el mismo jefe de ese sector me recomendó.
Llegó Corito Varona, buscador de lo Dodgers y no me vas a creer pero la firma que me hizo fue una de las más baratas que se han hecho.
Corito me invitó a comer y le firmé ¡por una orden de camarones!; es verdad lo que te estoy diciendo, pero gracias a Dios eso marcó el inicio de mi incursión en el beisbol profesional mexicano.
¿Y de dónde el apodo “Huevo”?
Recuerdo que fue un manejador del equipo de los Estibadores de Guaymas.
En ese tiempo yo era más delgado y la cara más larga, a lo que le halló forma para el apodo, el cual se dio a conocer en todo México y Estados Unidos dentro del mundo del beisbol.
Usted recibe la oportunidad de jugar en beisbol de Grandes Ligas, participando con 5 equipos (Medias Blancas, Padres, Dodgers, Medias Rojas e Indios). ¿Cómo se dio eso?
Estaba con los Tigres en ese tiempo y el mismo Corito Varona me recomendó a los Dodgers que me firmaron y fui a los entrenamientos.
Casi no lancé en Doble o Triple A. La primera vez que tiré en la Gran Carpa fue un inning contra los Mets de NY. No me quede en el equipo grande por que había unos señorones del pitcheo como Sandy Koufax, Don Drysdale, Andy Messersmith; me bajaron a Triple A, lo cual no quería aceptar.
Me quise regresar a México, pero hubo una gran persona que era el coach de tercera de los Dodgers llamado Preston Gómez, quien me dijo que me fuera a Triple A, señalándome que sabía de mis facultades y que pronto estaría en Ligas Mayores.
Recuerdo que le contesté: “No, Preston, yo me voy a regresar a México”.
Entonces fue cuando me habló como si fuera mi padre; me regañó y me dijo: “Tú te vas a Triple A” y luego me dio una carta para el manejador de la sucursal.
Llegué y empecé a lanzar y gracias a Dios las cosas me empezaron a salir bien y al mes ya estaba con los Indios de Cleveland en Grandes Ligas.
¿Le tocó a usted algún caso de discriminación racial?
Claro que sí, sobre todo con los managers, ya que no me daban las oportunidades que merecía por el trabajo realizado. Era mejor lanzador que muchos que se encontraban ahí y mi trabajo lo demostraba.
Pero, seguí “fajándome” y tuve que aguantar para demostrar que podía obtener buenos resultados. Todavía el `82, después de 10 años, regresé con los Dodgers con el equipo que empecé y con el que me retiré.
Hay que estar muy agradecido con ese gran pitcher mexicano que es Fernando Valenzuela ya que abrió las puertas al jugador mexicano y latino.
Ahora hay más oportunidades para llegar a Grandes Ligas y se aprovecha el talento que existe aquí en México.
De los peloteros a quienes les lanzó en Grandes Ligas ¿a quiénes recuerda?
Les lancé a muchos, pero los que vienen a mi mente, entre otros: Roberto Clemente, Willie Stargell, Rocky Colavito, Mickey Mantle (ya iba de salida), entre otros.
¿Por qué utiliza el No. 24?
No hay una razón especial. Con él lance muchos años aquí en México y en EU con el único equipo que lo porté fue con Boston.
Al final de la entrevista, Vicente Romo, envió un cariñoso saludo a su señora esposa, a sus hijas Kenya y Karla y a su nieta Fernanda y, por supuesto, a todo el aficionado al rey de los deportes.
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