El Calígula de los césares romanos y los calígulas contemporáneos
Alvaro Cepeda Neri
Jueves 04 de Marzo de 2021

Ex Libris

I.- Con Julio César se fundó el cesarismo, es decir, cuando los gobernantes cruzan el Rubicón antirrepublicano, para autonombrarse dictador (autoritario, déspota) imponiendo su voluntad e intereses por encima de las leyes, apoyado por el pueblo que ha degradado en populismo.

Fueron doce los césares y nadie mejor que Suetonio nos ofrece información en: Vida de los Césares, editorial Gredos; con traducción de Vicente Picón de la obra: De vita Caesarum libri VIII. También está, del francés Régis F. Martin: Los doce Césares.- ediciones Alderabán, traducido por José Miguel Parra Ortiz.

Y con estos, hay que leer de Edward Gibbon: Historia de la decadencia y ruina del imperio romano. “Los fastos del imperio nos ofrecen un rico y enérgico cuadro de la naturaleza humana que en vano buscaríamos en los caracteres débiles e inciertos de la historia moderna; en la conducta de los emperadores romanos encontramos por turno los extremos de la virtud y del vicio, la perfección más sublime y la más baja degradación de nuestra especie. La edad de oro de Trajano y los Antoninos fue precedida por un siglo de hierro. Sería inútil hablar de los indignos sucesores de Augusto; si fueron salvados del olvido, se debe al exceso de sus vicios y a la grandeza del escenario donde hicieron su aparición. El sombrío e implacable Tiberio, el furioso Calígula, el imbécil Claudio, el cruel y disoluto Nerón, el brutal Vitelio, el cobarde y sanguinario Domiciano, están condenados a una inmortal ignominia”.

 

II.- Entre esos, tan certeramente retratados por Gibbon, están ahora los Tump, mostrando a lo Hitler-Stalin-Mussolini que están ahí, en varios países, donde cometen abusos del poder. Dos libros nos ofrecen esta maldad biográfica. Uno, de Daniel Nony traducido por EDAF; otro, de Gore Vidal, traducido por Álvarez Flores y Ángela Pérez; ambos autores franceses. A propósito de Calígula, Bernard-Henri Lévy publicó su ensayo periodístico: Trump, Diocleciano y el porquero (El País: 23/1/2017).

Son doce capítulos del Calígula de Vidal, sin títulos, donde narra las maldades de Cayo Julio César Germánico, como una novela que fue guion cinematográfico para una película sobre ese ser, perverso entre los perversos, que logró tener herederos: Nerón, Hitler, Stalin. Y que, como ninguno otro, es ejemplo de los abusos del poder. El Calígula de Nony tiene 40 capítulos.

Una cronología, genealogías, bibliografía e índice de nombres; explotando con nueva investigación la vida de ese perverso neroniano en un completísimo trabajo que nos da una completísima referencia del césar que hizo del poder la desembocadura de sus pasiones.

 

III.- Ambos libros nos dan las características de un imbécil que contribuyó a la decadencia de Roma, como dos partes de una obra que permite tener un amplio panorama de cuando los gobernantes se dedican a desahogar sus instintos, con el poder militar muy bien sobornado, como hacen ahora no pocos gobernantes que desgobiernan a las naciones. Así que en pleno estado de consciencia, es decir, sin trastorno mental alguno, Calígula anunció a Nerón y a los siguientes dictadores que ha padecido la humanidad; y como escribe Suetonio: “narraré lo que aún queda de él como monstruo... su arrogancia y violencia y quien llegó a expresar: que me odien, con tal de que me teman”. Desgobernó tres años pero como si hubieran sido siglos por los daños causados a los romanos; cuya tragedia la inició el mismo Julio César. Hoy es tiempo de darse a la lectura de este Calígula, ese que –según Vidal– el día de su muerte sirvió para “deshacerse de la basura”.

 

Ficha bibliográfica

Gore Vidal y Daniel Nony. Calígula. Grijalbo y Clío.

 
 

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