NAMAKASIA

Felipe Calderón Hinojosa es individuo de limitadas entendederas o se engaña a sí mismo ante las realidades que le golpean su feo rostro. No ha comprendido que el rechazo absoluto, maquillado de indiferencia a veces y a veces, de desprecio, hacia el partido que fundó con su “peor es nada”, es un rechazo a su persona, y que lo más cuerdo que pudo haber hecho hubiera sido retirarse del escenario.

Ahora le ha dado por presumir que es “perseguido político”. No es mera casualidad que acude al recurso de inspirar lástima precisamente cuando en las conferencias mañaneras el presidente AMLO y sus colaboradores en materia de seguridad, explican con más y más detalles la monstruosa corrupción de que hizo gala quien fue el secretario de Seguridad de Calderón.

Esta semana se dieron a conocer ocho contratos que permitieron entregar miles de millones de pesos a empresas que prestaban servicios a los reclusos de los centros de readaptación. Tales contratos no se licitaron, se adjudicaron de modo directo y el secretario, en consecuencia, pudo hincar sus agudas uñas en los pagos excesivos. Debemos al presidente López Obrador, al hacer que esas empresas renunciaran a parte de sus pretensiones, un importante ahorro de tesoro público.

¿Tenía conocimiento Calderón, como Presidente, de las sucias maniobras de su Secretario? Es la pregunta que se formula cualquier ciudadano, y que obligará a responder con enérgico SÍ cuando nos pregunten, en consulta ya autorizada, si queremos que se investigue a los ex presidentes Fox, Calderón y Peña Nieto.

Esa posibilidad muy firme atemoriza, y con razón, a Felipe Calderón y lo único que se ocurre para prevenir lo que viene, es que se le considere “perseguido político”. Ojalá que no se deprima por ello, porque podría caer en el vicio de la tomadera. ¡Qué feo!

¡Gracias por haber estado aquí, pequeña María Renée!

Por lo general no sé qué decir a quienes han perdido un hijo. Yo que vivo de construir frases y pensamientos desde que aprendí, de niño, a enlazar las letras, no encuentro las palabras apropiadas al menos para paliar un poquito el dolor ajeno. Por eso ni un mensaje envié al amigo Miguel Pompa y a su señora esposa con motivo de la pérdida de su hijita María Renée. ¿Qué podía decirles?

Pero asistí virtualmente a los servicios de la iglesia, y me conmovió la homilía del sacerdote, su carta a Dios y la respuesta de Éste, y el retrato hablado que hizo de la pequeña, atenta a dar las gracias aun cuando el dolor la ahogaba, interesada en gmail reunir juguetes para los niños que carecían de ellos.

Renuncio, pues, a los recursos literarios aprendidos en los libros y me adhiero a la sencilla belleza de esa homilía. Me abrió los ojos. Me hizo sentir que el breve paso de esta niña por el mundo lo ha hecho más digno de ser habitado. ¡Gracias por haber estado aquí, María Renée, y dicho mejor: gracias por seguir estando aquí!

carlosomoncada@gmail.com