Un mundo así. Todo aquel que desee un medicamento debe acudir a Sara Aldrete, la La Narcosatánica, y aguardar que su empleada Juana Barraza, La Mataviejitas, surta la receta. En este encierro, la atención de tan conspicuos personajes infla los precios; por ejemplo, deben pagarse 10 pesos por una aspirina, o de 20 a 500 por un antibiótico. Y si, en cambio, le entusiasma el arte, están los cursos de repujado de Sandra Ávila Beltrán, La Reina del Pacífico. Esto es posible en el Centro Femenil de Readaptación Social de Santa Martha Acatitla, con dinero.
Bajo el régimen de Andrés Manuel López Obrador, el gobierno del Distrito Federal inauguró la ampliación de esta prisión el 29 de marzo de 2004. Al paso de los meses, como en cualquier prisión mexicana, todo mundo comenzó a ponerse cómodo.
Reinar en el B
Al completar año y medio detenida, Sandra Ávila Beltrán, La Reina del Pacífico, se habilitó como profesora de repujado. Para ella es el final de un proceso: luego del aislamiento al que fue sometida al principio y su posterior abstraimiento personal, hace un año se inscribió a un curso de “autoconocimiento” al que asistió ocasionalmente (EL UNIVERSAL, 6-febrero-08). Entonces comenzó a tener mayor contacto con sus compañeras de cautiverio y a partir de enero, poco antes de que Margarita Malo dejara la dirección del centro, se le autorizó impartir el curso de repujado, así como mudarse al dormitorio 209, en el edificio B.
Cada celda fue construida para 18 internas, pero Ávila Beltrán sólo comparte con una apodada La Colín, una de las integrantes de la banda de Las Goteras que espera su exoneración como el resto de las detenidas el 10 de mayo de 2007.
La Reina del Pacífico coloca un par de mesas en el patio del edificio “B” para impartir su curso de repujado, apoyada por una asistente, lunes, miércoles y viernes, a las 18:00 horas. A las primeras sesiones asistieron sus abogados y una visita, quienes se sentaron junto a las alumnas. En promedio, la venta de materiales para la elaboración de cada cuadro le produce una utilidad de 400 pesos, una parte de los cuales van directo a los bolsillos de las autoridades del penal.
Esto es parte de un ambiente de corrupción generalizada. Con base en testimonios de internas entrevistadas por EL UNIVERSAL, se constató que a tres meses de haberse publicado un reportaje sobre las “celdas VIP” (3-noviembre-08) nada ha cambiado en el edificio B, que con el G es el principal sitio de reventa de medicinas, alcohol y drogas, así como de asignación de cursos y celdas con rentas por hasta 20 mil pesos al mes. Hoy, a lo anterior se añade el hallazgo de lo que podría ser un mercado negro de medicinas.
Sara&Juana
La asignación institucional de medicamentos para las reclusas es controlada, según dichos testimonios, por Sara Aldrete, La Narcosatánica, quien este año cumplirá 20 de condena, aunque la venta directa la hace Juana Barraza, La Mataviejitas, quien por 10 pesos entrega una aspirina, o un antibiótico por 20 a 500 pesos. Varias de las internas entrevistadas denunciaron que han sido golpeadas por Barraza al pedir una pastilla de manera gratuita.
De esta forma, en los últimos seis meses Juana Barraza ha logrado controlar el piso número 1 del edificio B, a partir de la celda 114, mientras que el piso 2 está al mando de Ávila Beltrán, cuyo dormitorio dispone de encortinado, grabadora, televisión, servicio de limpieza y protección personal permanente. Entre el personal a su servicio se cuentan una custodia y dos afanadoras que hacen el aseo, lavan la ropa, cocinan y son estafetas (el correo interno cuesta de 200 a 500 pesos semanales).
Póquer de reinas
Arriba de Ávila Beltrán, en la celda 311 del piso 3, reside Cantalicia Garza Azuara, llamada La Reina del Golfo, detenida en abril de 2007 con su hermano Juan Óscar, conocido por las autoridades como El Barbas, acusado por tráfico de drogas y personas hacia Estados Unidos a través de la frontera de Reynosa.
Garza Azuara suele ser distante. Sus compañeras la describen como una mujer atractiva, “de esas que no necesitan maquillaje”, de aspecto afable, pero trato áspero.
Sus visitas llegan hasta el patio del edificio B para encontrarse con ella casi en secreto. En ocasiones comparte mesa con La Reina del Pacífico, La Narcosatánica y La Mataviejitas.
En el mismo piso habita María Esther Resano González, Doña Bomba, consignada en octubre de 2008 por su presunta responsabilidad en tres intentos de robo a banco en la delegación Benito Juárez. Esta anciana de 63 años de edad, sicóloga de profesión, cuya especialidad sería entrar a las sucursales bancarias con artefactos pegados al pecho y notas con amenazas exigiendo varios miles de pesos, paga de 20 mil a 25 mil pesos mensuales de renta —incluidos protección, visitas privadas, agua caliente, cualquier menú llevado por familiares o preparado por otras internas (aún a base de productos prohibidos), aparatos eléctricos y electrónicos, además de mayor espacio para dormir.
Tequila, el favorito
Desde el edificio B, afirman, se autoriza el ingreso de bebidas embriagantes, y principalmente tequila. Éste es uno de los giros más lucrativos: el “descorche” cuesta de mil a 1,500 pesos por botella, que atraviesa las aduanas mediante custodios, que reciben un mínimo de 300 pesos por cada una. Se acostumbra el licor en cumpleaños y terminación de condenas, o en encuentros familiares.
En diciembre pasado, tras pagar por cuatro botellas de tequila, una reclusa alcohólica fue delatada. Salió del aprieto pagando a personal de la dirección 5 mil pesos por botella, a cambio de no ser reportada en la siguiente sesión del consejo del penal, integrado por autoridades e internas con cierta influencia.
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