El sábado por la tarde presenté mi libro “¡Se nos acabó la fiesta, compadre!” recién publicado por la editorial Sonora Queherida a menos de dos meses de haberse celebrado las elecciones. Fue una presentación sin formalismos, de hecho una charla entre amigos. El libro se presta para la discusión. Habla de los candidatos que se disputaron el poder y sus metidas de pata, de los que hicieron el ridículo, de la victoria de las mujeres en la elección de diputadas locales, del rechazo rotundo al PRI y al PAN, del grave error de MORENA al no escoger como candidato para Hermosillo a un varón o una mujer de buena educación y principios rectos, de la burda manera de manipular encuestas inventadas, de la barbacoa de borrego, etc.

La reunión fue en la Plaza Zaragoza con un público acomodado alrededor del Estanquillo de las Letras, a un costado del kiosco, público formado por poetas, dramaturgos, actores, escritores, activistas, más los hombres y mujeres que escuchaban en las bancas vecinas pues el sonido llegaba hasta ellos.

Es curioso que el tema del libro es político, constituye el testimonio de la agonía del PRI, el PAN y el PRD en Sonora –una agonía que puede conducir a la muerte pues no han inventado la vacuna contra el desprestigio— y pese a ello, no asistió un miembro de esos partidos, y tampoco de los ganadores MORENA y Movimiento Ciudadano, de ningún otro.

Los dirigentes de los partidos o desdeñan el juicio de un hombre de letras o son, simplemente, imbéciles que no miden el alcance y repercusión de un libro testimonial. El autor de “¡Se nos acabó la fiesta, compadre!” (autor también de esta columna) se marchará en pocos años de este mundo, pero su libro (éste y los que tiene en preparación) quedará en las bibliotecas y los archivos, así como el señalamiento de errores, conductas delictivas, informaciones mentirosas, poses, actos autoritarios, declaraciones tontas de los políticos. Sus hijos y sus nietos, la posteridad en general, sabrá qué clase de cucarachas anduvieron por aquí.

¿HABRÁ INFORME MUNICIPAL PÚBLICO?

La Ley exige a los presidentes municipales someter a la consideración de los regidores, integrados en Cabildo, sus informes anuales. Pero a los alcaldes más les interesa, luego de obtener la aprobación del Ayuntamiento, leer su informe en actos públicos. Deben sentir suave presentarse con traje nuevo ante la gente, escuchar la música de los aplausos y parpadear coquetamente ante los flashes de las cámaras.

¿Qué hará al respecto el presidente municipal de Hermosillo? Se antoja lógico que, puesto que su antecesora ocupó el cargo la mayor parte del ciclo que está por concluir, le solicite su opinión sobre lo que conviene informar hasta antes de que saliera con licencia. Pero en caso de que la ceremonia sea pública, ¿será invitada la señora López a que está presente? Supéngo que no, porque le robaría cámara al alcalde, quien querrá ser el protagonista principal de ese pequeño episodio. Habrá que aprovechar la oportunidad, porque para que se presente otra, está pelón.

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